Con el Oviedo tercero, la paz social instaurada desde hace tiempo, y el equipo en plena lucha por el ascenso a Primera, pocos preveían un terremoto como el causado ayer. Sergio Egea presentó su renuncia como entrenador del Oviedo y los cimientos de la casa azul se tambalearon. La decisión, sorprendente por la situación del equipo, se llevaba gestando desde hace tiempo. El malestar del entrenador con diversos sectores del club era notorio, pero los resultados positivos y el afán de aunar esfuerzos habían permitido al Oviedo mantener la tranquilidad. Pero cualquier chispazo podía hacer explotar el asunto.

El chispazo que aceleró los hechos tuvo lugar por la mañana en El Requexón. Egea dirigía el entrenamiento y una jugada en el partidillo de los futbolistas con menos minutos desató una acalorada discusión. No se trataba solo de una acción en el entrenamiento, había algo más de fondo. Egea echó en cara a los futbolistas (en la conversación que se reproduce íntegramente en la página siguiente) que siempre les había defendido públicamente y que debían dedicarse a entrenar. Después centró sus críticas en José Fernández, al que despidió con un enigmático "ahora vaya a contarle todo al otro". Dejaba claro el entrenador su malestar más allá de lo sucedido en la sesión.

La realidad es que Egea fue una apuesta hecha desde México en su día que no contaba con la bendición de Carmelo del Pozo, el director deportivo. Queda fijado ahí el primer punto de la incomodidad del argentino en el club. Del Pozo elaboró en su momento una lista de candidatos a entrenar al Oviedo compuesta por técnicos nacionales pero fue el criterio de Arturo Elías el que se impuso.

Y el asunto pareció funcionar durante la primera temporada. El equipo cosechaba buenos resultados y el grupo, al menos de puerta para afuera, permanecía unido. Aunque las tensiones internas siempre han sido latentes. Carlos María Rodríguez, que también deja el club, era el único hombre fiel al cien por ciento a Egea.

Cuando Arturo Elías amaneció en México se encontró con los mensajes de Joaquín del Olmo informándole del incidente. En el club, a pesar de ser conscientes de que la situación no era la idónea, nadie esperaba un desenlace así. La opinión era que Egea terminaría la temporada y después tomaría su propio camino, lejos del Oviedo. Pero los dos malos resultados acentuaron el aislamiento de Egea con los futbolistas.

Elías intentó reconducir la situación pero se encontró con posturas marcadas. Charló con los futbolistas y estos se mostraron partidarios de un relevo en la dirección. La situación, comprendió Elías, no tenía marcha atrás.

Egea expresará hoy sus últimas palabras en el Tartiere (13.00 horas), acompañado de Joaquín del Olmo, y parece que se guardará para él las verdaderas razones de su adiós. No está entre sus planes señalar a nadie ni ensuciar la imagen del Oviedo. Quiere despedirse con la misma elegancia y educación de la que ha hecho gala en su año y medio al frente del equipo. Ahora, Del Pozo y Del Olmo deberán buscar un entrenador contrarreloj para que Arturo Elías dé el visto bueno. Con 13 partidos por delante y el ascenso tan cerca, el Oviedo es una plaza apetecible para cualquiera.