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El 90.º aniversario

Lángara marca, el Oviedo asusta

El club carbayón asciende a Primera División en 1933 y forma un equipo de ensueño, el mejor en toda su historia - El ariete guipuzcoano comanda la "delantera eléctrica", y los azules suman dos terceros puestos antes de que llegue la guerra

Míster Pentland dice adiós a Oviedo tras dirigir la primera temporada y sentar algunas bases sobre un deporte aún en fase de crecimiento. Le sustituye, temporada 1927-28, otro británico: Míster Burton, 34 años, apasionado de la sidra y de los paseos kilométricos con la plantilla a Colloto o Lugones. Es un tipo peculiar.

El inglés no llega a completar la temporada y es despedido después de un 9-1 ante el Athletic de Bilbao. "La culpa es de los jugadores que no están entrenados porque no vienen a los ejercicios", explica como despedida. El Oviedo conquista el campeonato regional, primer título, y supera la primera fase del Campeonato de España. Le elimina el Barcelona en cuartos de final: 7-3 en Las Corts y 2-2 en Teatinos, en el primer partido de la historia azul que no acaba con victoria local.

El siguiente míster, campaña 28-29, fue checo. Anton Fibver era su nombre y tenía dos obsesiones: formar jóvenes jugadores y que todos residieran en Oviedo. Con él, el equipo es campeón regional pero la atención se centra en un estreno de solera: el Campeonato Nacional de Liga. Los 9 equipos campeones y subcampeones de las ediciones de Copa anteriores se incluyen en Primera División. Para conocer el décimo participante se disputa un torneo. El Oviedo es eliminado por el Betis (1-0) y le toca competir en Segunda División. La temporada de aclimatación termina con los carbayones séptimos, salvando la categoría.

O'Conell toma el relevo en el banquillo en la 29-30 y tras un irregular comienzo deja al equipo 5º en Segunda. La victoria por 1-3 en la penúltima jornada en Gijón evita el título, y el ascenso, del Sporting. Es el Alavés el beneficiado. Y en la 30-31 la trayectoria no mejora: 8º en la Liga. Será esta campaña recordada por un hecho fundamental: el fichaje de un joven de 18 años llamado Isidro Lángara, con cierta fama ante el arco rival.

En la 31-32, Lángara (22 goles en la Liga) es la punta de lanza de un equipo sorprendente y atractivo que acaba segundo, a dos puntos del ascenso. La inauguración del nuevo campo, en Buenavista, con un amistoso de pedigrí: España - Yugoslavia abre nuevos horizontes para el club. Gana el equipo nacional (2-1) y Lángara, en su estreno internacional y sin haber jugado en Primera, hace el tanto inicial.

El primer gran éxito de los azules se logra en la 32-33 con el ansiado ascenso a Primera. Sigue como entrenador Tonijuán y logra formar un ataque de ensueño, "la delantera eléctrica". Sus nombres se recitaban de memoria: Casuco, Gallart, Lángara, Galé e Iciarte. Sus goles (52 de los 59 del equipo) lanzan al Oviedo al ascenso y desatan la primera gran fiesta en la ciudad.

La irrupción del Oviedo en la élite es sobresaliente: 7-3 al Barcelona en el partido de estreno. Al equipo que había formado Tonijuan (relevado por Sampere) se une un fichaje de excepción: Eduardo Herrera, Herrerita, el primer traspaso mediático del Oviedo. El club le abonaba 30.000 pesetas, solo Zamora cobraba más en el Madrid. El equipo acaba sexto en Primera y pierde en las semifinales de Copa ante el Valencia. Es un curso excelente.

El siguiente, 34-35, también es brillante. Lángara, internacional habitual, es la estrella, pero le secundan los Herrerita, Emilín o Gallart (quien tiene el sueldo más alto: 856 pesetas al mes). El Oviedo acaba tercero en la Liga, por detrás de Betis y Madrid. En la 35-36 el equipo azul se impone por quinto año consecutivo en el campeonato regional y repite el magnífico tercer puesto en Primera División, con el Athletic de Bilbao como campeón.

Oviedo disfruta de un equipo imparable, comandado por Lángara y un ataque de lujo. Una alternativa a los grandes, un candidato a conquistar los hitos más altos. Es entonces cuando estalla la Guerra Civil y el fútbol se detiene. Aquel Oviedo, el mejor de la historia, ve frenada su progresión en seco.

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