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La pólvora, promesa de éxito

El Oviedo recuperó en algunas fases ante el Mirandés su esencia de equipo vertical con acierto en el área

Toché se dispone a chutar en el partido del sábado. MARÍA GÓMEZ

Si se hiciera una encuesta entre entrenadores y futbolistas rivales del Oviedo esta temporada, bajo el epígrafe "elija la virtud más destacada de los azules" la gran mayoría votaría por la pegada. El Oviedo es un equipo con pólvora. Y eso, los asuntos que tienen que ver con el gol, es lo más demandado en el fútbol actual. Los azules tienen arietes de prestigio y centrocampistas que suelen invadir el área rival. Así se recuerda en cada previa de las jornadas ligueras y se subraya al final de cada choque. Los entrenadores rivales titubean cuando, en la intimidad de su despacho, tienen que preparar el choque ante una delantera tan vertiginosa.

Sorprendentemente, la cualidad ofensiva había desaparecido en las últimas semanas. Daba la impresión de que el cambio de registro introducido por Generelo había menguado la capacidad en ataque. El extremeño ha insistido desde su llegada en la posesión como clave en la identidad del equipo. Cada pase lleva como objetivo que crezca la confianza. Para Egea, sin embargo, el ataque dejaba espacio a la improvisación, a dejar los guiones a un lado. "En defensa, orden; en ataque, desorden", solía repetir el argentino como un mantra. Generelo había encorsetado al equipo en ataque, en una propuesta con menos fluidez, hasta que ante el Mirandés se recuperaron viejos vicios. El 4-1 ante el Mirandés sirve para reivindicar el Oviedo con pegada. De lograr restaurarlo por completo es una garantía de cara al play-off.

Un cuarto de hora redondo

El Oviedo saltó al campo con un plan perfectamente estudiado. Durante algo más de 15 minutos, los azules encontraron las vías para dañar al Mirandés. El Oviedo mandó con la pelota pero sin caer en una posesión demagógica. Se trataba de tener el balón, no porque sí, sino para sorprender. Crear en un lado para sorprender en el otro. El 1-0, en el rechace de un córner, reforzó la autoestima, pero el Mirandés aún tenía algo que decir. Los de Terrazas, equipo sin complejos con tendencia al ataque, se lanzaron hacia la meta de Miño espoleados por el afilado Sangalli. La reacción de los visitantes, parece más mérito del Mirandés que defecto carbayón, limitó la imponente puesta en escena del Oviedo. "Los primeros 20 minutos fueron los mejores desde que soy entrenador", aseguró Generelo sin titubeos.

Dueño en los momentos claves

La asignatura de la continuidad sigue estando pendiente en el libro de notas del Oviedo esta temporada. Era una de las demandas más repetidas de Egea y también es mencionada cíclicamente por Generelo. En una competición tan pareja parece complicado que un equipo sea capaz de ser dominador de la situación los 90 minutos. En cada choque hay un periodo preparado para el sufrimiento. Quizás el camino al éxito no pase por tratar de ser dominador todo el choque, sino de saber minimizar los daños cuando toque luchar contracorriente. Como la media hora de dominio del Mirandés. Y con más entereza que la mayor parte del partido ante el Córdoba, donde las ocasiones visitantes se sucedieron. El sábado, el Oviedo aguantó las embestidas y supo estirarse para dar algún susto. También apareció Miño en momentos puntuales. Pero el secreto estuvo en el inicio de la segunda parte.

El Koné de Murcia

Llamó la atención la pincelada que le dio Generelo al equipo. Fue un cambio de pieza en la vanguardia, pero significaba una apuesta por registros muy diferentes. Koné se quedó en el banquillo y entró en juego Linares. El africano había sido el futbolista más destacado de los azules en las dos últimas semanas. Es cierto que las cifras anotadoras del africano no están siendo tan impresionantes como muchos se imaginaban al anunciarse su contratación pero Koné aporta más que remate. Su apoyo a los centrocampistas en la elaboración de la jugada es uno de sus movimientos con los que respira el equipo. El Oviedo tenía el riesgo de echar de menos la ayuda de Koné pero para solucionarlo apareció una versión diferente de Toché. Hasta ahora, habíamos conocido la faceta más funcionarial del murciano. Balón en el área, toque con la bota y dirección a la red. El gol como costumbre. Lejos del área, Toché era un elemento extraño, en ocasiones desubicado. Ante el Mirandés mutó en una versión similar a la de Koné. El espigado delantero lanzó desmarques que ayudaron al equipo a desahogar el juego. Peleó, asistió y ayudó en la presión. También marcó, para no olvidar las sanas costumbres.

En Almería, contra los fantasmas

A Generelo se escapó en la previa: "El paso al frente tenemos que darlo fuera". Todos cuentan con el Tartiere como aliado (ganando los dos de casa, y viendo el panorama, podría cerrarse el pase al play-off) pero hay algo en los encuentros a domicilio que trasciende la matemática. Para el Oviedo, ganar fuera es una cuestión personal, una manera de demostrar que es capaz de derrotar a sus miedos. El de Almería es un duelo clave para la tabla y para la candidatura azul por el ascenso. Enfrente estará un equipo necesitado y los fantasmas fuera de casa.

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