La parte más dura de la derrota es, seguramente, sus consecuencias. El desmayo azul en los últimos 25 minutos ya se había observado en otras plazas, los síntomas no eran nuevos, pero sí lo es el reflejo sobre la tabla: después de 22 jornadas, el Oviedo ha salido de los puestos de play-off. Y eso, a tres fechas del cierre de la Liga, es una consecuencia dolorosa. Un vistazo al calendario tampoco ayuda a mejorar la perspectiva. El Oviedo se enfrenta en la recta final a Leganés (segundo), Zaragoza (quinto) y Osasuna (cuarto) en su lucha por mantener vivo en sueño del ascenso. La sensación, sin embargo, es que el equipo no logra salir de la crisis de identidad en la que se ha instalado, especialmente fuera de casa, tras el cambio en la dirección de la nave.

En Almería todo pareció funcionar hasta los 65 minutos de juego. El 0-1, la sensación de partido controlado y el clima de crispación en la grada invitaba a pensar en un final feliz. Incluso revitalizaba las opciones carbayonas al ascenso directo. Pero todo se truncó a partir de la reacción del Almería El Oviedo volvió a desaparecer fuera de casa, esta vez en el peor momento posible.

Los números de Generelo revelan un equipo con enormes problemas para mantener el ritmo de los de cabeza. El cambio de entrenador ha dejado al equipo lejos del nivel de la mayor parte de la temporada. El Oviedo, hoy por hoy, carece de la fiabilidad con la que competía a mitad de competición. El patrón de juego cambia y la alegría en los últimos metros solo aparece de manera esporádica. Los problemas se acentúan lejos del Tartiere.

Generelo ha logrado mantener el buen rendimiento como local del equipo (4 triunfos y una derrota), pero no ha sabido dar con la tecla que le haga cambiar el pobre rendimiento a domicilio: un punto sobre 15 posibles. Los números con el nuevo técnico reflejan 4 victorias, un empate y 5 derrotas. Sumar 13 puntos sobre 30 en juego es un saldo insuficiente para un aspirante. Duele tanto la caída en la tabla como la manera en la que ha llegado. La mayoría de derrotas de la etapa Generelo se han producido ante equipos en problemas, todos de la zona más baja de la tabla: Bilbao Athletic, Huesca, Llagostera y Almería. Escenarios en los que no ha sabido jugar con la ansiedad del rival.

Los análisis públicos siempre han parecido algo vagos e imprecisos, algo que no sería un problema si de puertas hacia dentro sí se hubieran señalado los errores. Tampoco queda la sensación de que las cosas se hayan subsanado dentro del vestuario. Muchas veces, las declaraciones de entrenador y sus pupilos parecen discurrir por caminos diferentes. El caso más claro se vio tras la derrota en Palamós cuando los futbolistas denunciaron falta de intensidad, una condición descartada por Generelo. El extremeño trató de reconducir el debate explicando que se trataba de una mera cuestión semántica.

Tras la derrota en Almería, el entrenador trató de explicar el desenlace por la intensidad y ritmo de los locales. Un error en el que los azules ya han caído en otras ocasiones esta temporada. No hay mucho tiempo para analizar las consecuencias. Con el temor de perder una plaza en el play-off que parecía a buen recaudo, los azules reciben el jueves al Leganés, segundo. Mantener el buen ritmo en el Tartiere se antoja obligatorio para que las opciones de éxito no desaparezcan pero el equipo necesita algo más, otro paso al frente, si quiere que su candidatura sea tomada en serio. De momento, Generelo no ha encontrado soluciones a unos problemas que se repiten en cada salida.