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Un paraíso de color azul para los más pequeños

El campus del Oviedo comienza con la participación de 189 niños

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Campus del Real Oviedo

El campus del Real Oviedo está muy lejos de ser el caos que cualquiera podría imaginar cuando piensa en una actividad en la que participan 189 niños de entre cinco y catorce años. Sorprende la facilidad con la que los quince monitores que trabajan en este campus son capaces de organizar las tareas que realizan los chavales que tienen a su cargo.

"Se trata de que aprendan cosas de fútbol, pero para mí lo más importante es la educación", reconoce el director del campus, Ángel Zubizarreta. Las actividades más serias las realizan nada más comenzar, cuando los niños están más receptivos. Para enseñarles conceptos básicos de fútbol tienen a un cuerpo de monitores compuesto por técnicos de las categorías inferiores del Oviedo y otros que llegan preferentemente de los clubes con los que los azules tienen convenio.

Entre los pequeños que participan en este primer turno del campus predominan los ovetenses, aunque también los hay de otras muchas partes de Asturias e incluso del extranjero. Y es que la internacionalización que supuso la ampliación de capital de noviembre de 2012 ha dado a conocer al club en muchas partes del mundo. Entre los que están ahora realizando la actividad y los que han hecho reserva para alguno de los turnos que hay hasta el 28 de julio, cuando concluye el campus, hay chicos de Estados Unidos, Finlandia, Alemania, Austria, Suiza, Inglaterra, Canadá y México. "La llegada del Grupo Carso se nota en la presencia de varios mexicanos y en mi opinión en que ha crecido en general el turismo de este país en Oviedo", explica Zubizarreta.

Una de las cosas que esperan con más entusiasmo los pequeños son las visitas de algunos de sus ídolos. Por el campus suelen pasar cada año jugadores formados en la cantera del Oviedo como Cazorla o Mata, además de jugadores del primer equipo. "El año pasado un chico italiano tenía reservado el primer turno y cuando se enteró de que Cervero visitaría el campus la semana siguiente aumentó la reserva sólo para conocerlo", dice Zubizarreta.

En el campus impera el buen humor. Muchos de los chavales repiten de un año a otro y lo mismo sucede con los monitores, a los que coordina Marcos Fernández. Esta familiaridad genera un buen ambiente y una confianza que hace que los niños estén cómodos.

Zubizarreta rememora la participación el año pasado de una niña del Sáhara y su sorpresa cuando vio la abundancia de agua que había aquí. "Hacemos muchos juegos con agua, algo que les divierte mucho, y a esta niña le llamó mucho la atención", explica.

Las dos primeras semanas del campus ya están completas y aún quedan plazas para las tres últimas. Los participantes pueden elegir entre pasar desde las 9 hasta las 18 horas, haciendo también la comida, o acabar a las tres de la tarde. La actividad se realiza en las instalaciones Tensi.

Los más pequeños y los mayores se organizan en silencio y con orden para hacer la foto de grupo que encabeza esta información. Y en lugar del clásico "patata" todos empiezan a corear el nombre de uno de los futbolistas del primer equipo azul que sueñan con emular cuando sean mayores: "Diego Cervero, capo cañonero", gritan al unísono estos niños que viven con la felicidad de estar preocupados sólo por un balón de fútbol.

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