El 19 de septiembre de 1991 y en plenas fiestas de San Mateo, Oviedo vivió la amistosa invasión italiana (cerca de 6.000) con una sonrisa en la cara. Era el estreno del Oviedo en Europa. Aquel encuentro, disputado hasta el final, acabó con victoria por la mínima del equipo dirigido por Irureta. Bango aprovechó un balón suelto en el área para batir la meta italiana y darle una ventaja golosa a los azules. Sin embargo, el éxito no pudo completarse en la vuelta. Un arbitraje calamitoso con los asturianos y la irrupción del checoslovaco Skuhravy en escena dejaron el marcador en 3-1 y la sensación de que el Oviedo había dejado pasar una gran oportunidad.