El catálogo del buen competidor exige puntuar por costumbre. Abandonar los estadios con puntos por rutina. En las buenas y en las malas. Con juego y a las bravas. Ayer el Oviedo escogió el camino largo, el de la resistencia ante el dominio local y el orden en defensa. También el de la poca brillantez, escaso bagaje ofensivo y nada de construcción. Pero un punto más en el casillero, al fin y al cabo. El Oviedo esperó con paciencia su momento en el partido mientras Toché se relamía, pero éste nunca llegó. El punto, visto lo visto, es un buen apoyo sobre el que afianzarse en la exigente tabla de Segunda División. Otra pequeña piedra en el sólido muro que pretende construir Hierro.

El Oviedo había mostrado en las dos primeras jornadas un aspecto reconocible, el de equipo que ataca a través del balón y la confianza que da cada pase, y la cosa, con los altibajos típicos a estas alturas de curso, no funcionó mal. Pero Hierro tiene en mente desde el primer día un mandamiento inquebrantable. Quiere un Oviedo camaleónico, capaz de adaptarse a los diferentes registros que exige la competición. El Mallorca apuesta de forma descarada por la posesión pero no ha obtenido grandes resultados en el inicio.

Tener a Toché, delantero con el GPS más completo para el desmarque, es una garantía para ejecutar un plan a la contra, aunque Hierro reconoció después de que la idea no era esperar atrás. En todo caso, al guión le faltó un elemento capital, la agresividad. Sin apretar, la recuperación de balón es imposible. El Mallorca fue dueño de cada balón dividido. Esa guerra de guerrillas en el campo hizo crecer la autoestima local y achicó al Oviedo.

A los seis minutos llegó un susto importante. Culio puso una falta con maestría desde el lateral y Juan Carlos lució reflejos para despejar lo justo. El larguero también colaboró en la causa azul. A los 10 minutos, Culio ya era el jefe. Tenía el único mando en la partida. El argentino probó desde la frontal y Juan Carlos despejó. El Oviedo no se encontraba cómodo y el malestar se extendió a la fase de construcción. El medio del campo no era capaz de elaborar ni de lanzar a los puntas. Los azules sufrían sin la pelota y se precipitaban sin ella. Solo el resultado les mantenía en el partido. Tampoco es que el Mallorca ofreciera un festín ofensivo, pero sí logró merodear la meta azul.

El Oviedo intentó estirarse tras el descanso y así pareció durante los primeros compases. El dominio siguió siendo local, pero los azules fueron cogiendo aire. La falta de oportunidades parecía dar confianza al Oviedo pero la más clara la tuvo Moutinho: volvió a aparecer Juan Carlos para sacar una buena mano.

La versión más gris de los de Hierro sirve para sumar un punto. Puede considerarse un tesoro, un guiño de la fortuna: en noches como la de ayer no es frecuente sumar. Es la lección de cara al futuro.

LOS JUGADORES

El mejor:

Juan Carlos

Salvó al Oviedo con un par de buenas intervenciones, ante disparos de Culio y de Moutinho.

Fernández

Aprobado. Empezó con algunos problemas en su banda pero se fue entonando.

Óscar Gil

Aprobado. Muy sobrio salvo en el tramo final en el que sufrió.

David Fdez.

Notable. Sin fallo, en la línea habitual de sus últimos años. Un seguro para la defensa.

Varela

Aprobado. Con dificultades ante Lago Junior y con poca presencia en ataque.

Susaeta

Aprobado. Le falta la chispa de la temporada pasada. El Oviedo necesita su mejor versión.

Torró

Aprobado. Apagado como todo el centro del campo del equipo ayer.

Erice

Aprobado. Trabajó ante el dominio de los pivotes del Mallorca. Sin peso con la pelota.

Nando

Aprobado. Más desaparecido que en anteriores partidos. No le llegaron buenos balones para demostrar su calidad y desborde.

Linares

Aprobado. Lejos de la portería rival, trabajó a destajo en la fase defensiva.

Toché

Aprobado. No le llegaron balones al área y eso, para un delantero de sus características, significa sufrimiento.

Los cambios.

Bedia intentó ponder orden en el centro del campo en pleno dominio mallorquín pero no tocó mucho balón. Alaniz lo intentó dando profundidad por su banda y Peña salió en el tramo final para ayudar en la defensa.