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"Piano piano"

La calma necesaria en torno al Oviedo ahora que ocupa puesto de ascenso

"Piano piano"

No es que la foto oficial del Real Oviedo en el teatro Campoamor nos haya hecho cambiar el piano por el balón. Por cierto, excelente idea fusionar dos símbolos de la ciudad. Es el camino a seguir. Sumar, sumar y sumar tras mucho, demasiado tiempo pensando en cuitas ajenas al gol, al fútbol. El "piano piano" del titular se refiere al refrán italiano que dice "piano piano si arriva lontano" que traducido al español significa algo así como "poco a poco se llega lejos". Y metido de lleno en esa tarea están el míster del Real Oviedo, Fernando Hierro, y todo su equipo. Extrañó a muchos que quien fuera gran capitán de la selección española y del Real Madrid dijera en su bautizo mediático en la capital asturiana que el ascenso a Primera División no era un objetivo a corto plazo sino a cuatro años vista. Algunos lo interpretaron como miedo a asumir grandes responsabilidades a las primeras de cambio por parte de un novato en los banquillos; otros, más impacientes, simplemente no entendían nada... Tras estar tan cerca y, sí, tan barato en la temporada pasada. Las vueltas que da el fútbol: esta misma semana era cesado Enrique Martín, que la temporada pasada obró con Osasuna una gesta que comenzó con repaso en toda regla en el municipal de la Ería.

Justo en la jornada que se cumple un tercio de la temporada más bien parece que aquellas palabras eran remedo del mensaje sensato con el que retornó el gran Vicente Miera al club azul en el verano de 1987 cuando tras una temporada para el olvido el recordado José Manuel Bango pensó en el técnico cántabro para devolver al Oviedo al lugar que le correspondía en el fútbol español. El técnico dijo algo así como que el objetivo era subir en dos temporadas; luego domingo a domingo, fiesta a fiesta en el Tartiere el sueño tomó realidad tras una campaña con partidos brillantes, vibrantes, con derrotas, que haberlas hubo, y bastantes, y una promoción de ascenso contra el Mallorca de sangre (¿verdad, Luis Manuel?), sudor y... lágrimas, no, que lo que hubo fue un júbilo y una fiesta como pocas veces, por no decir ninguna se ha visto en las calles de Oviedo. Pero aunque siempre hay tiempo para la nostalgia, volvamos al ahora, al presente de un equipo que dirigido por Hierro superó el primer momento crítico de la temporada, tras las dos derrotas consecutivas ante el Getafe y el Reus para colocarse, por primera vez en tantos, tantos años, en ascenso directo. Muy bonito pero , a estas alturas, casi una mera anécdota si no fuera por la reacción del equipo que, como demostró el Tartiere el pasado domingo, se engancha cuando el once lo da todo y arrincona al rival, aunque al final no se gane. La afición es resultadista pero también agradecida cuando hay trabajo, actitud y profesionalidad. Decía Javier Rozada en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA esta misma semana que la segunda parte frente al Lugo es el camino y no le falta razón porque cuando se pone más que el rival, suele haber recompensa. Pero hoy se juega en Huesca ante el equipo que entrena Anquela, un técnico que se la sabe todas en la Segunda, como demostró en la excelente entrevista que concedió a Miguel L. Serrano, alguna de sus respuestas es para enmarcar. Si la plantilla sigue con el mono de faena se podrá ganar, empatar o perder pero lo seguro es que habrá esa comunión tan necesaria para que la institución azul haga sonar la mejor de sus sinfonías cuando la primavera consolide un césped que llegó tarde y, precisamente, después del que mejor imagen había dejado en muchos años en el nuevo Tartiere. Pero hoy se juega en Huesca, ante el equipo que entrena Anquela, un técnico que se las sabe todas en la Segunda.

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