El descalabro de Huesca, ya felizmente olvidado, descolocó a los propios jugadores azules: "No fuimos nosotros, fue un día atípico para lo que era el Oviedo, de los que a lo largo del año se puede dar", resumió ayer, un día después de la victoria ante el Levante, Christian Fernández, futbolista destacado en el encuentro, dueño del lateral izquierdo del equipo. "De los errores se aprenden y eso es una virtud. Lo demostramos contra el Levante", añadió.

La victoria ante el líder tuvo mucho de terapéutica. Necesitaba el equipo azul sentirse fuerte otra vez, volver a mirar sin interferencias el camino marcado por Fernando Hierro y sus colaboradores tras una racha de siete partidos sin perder. "Más allá del resultado, lo que había que hacer era recobrar las sensaciones perdidas", abundó el lateral.

Se trataba, por tanto, de una cuestión de feeling. En la jornada 15 nada es definitivo. Por eso la digestión de la derrota fue ejemplar. Hierro salió rápidamente en Huesca a apadrinar la culpa antes de que le explotara a nadie. Sabio, asumió él mismo toda la presión para liberar a sus jugadores. Y no varió la rutina de trabajo, dando normalidad a un tropiezo que, en una categoría igualada, puede ocurrir. Los futbolistas entendieron el mensaje y apretaron los dientes. Así lo reconoció el propio Hierro antes del duelo ante el Levante: "Este tipo de semanas son especialmente motivantes. Cuando uno viene de estos resultados pone más atención", declaró. Sin estridencias y con normalidad. Confiando en el trabajo diario. Siguiendo el guión marcado. Convirtiendo un problema, la baja de Toché, en una solución, la alineación de Jonathan Pereira. Así llegó la reacción, la mejor manera de pasar página. "Era el día ideal, ante el líder en casa. El partido fue completo en ataque y en defensa", reconoció ayer el lateral cántabro, que admitió que con triunfos así "se viene a trabajar con otro estado de ánimo". La victoria más terapéutica para cambiar el ánimo del equipo y de su afición.