A Aitor Aldeondo le cambia la voz cuando se le pide que hable de su etapa en el Oviedo. Algo se le revuelve por dentro, un sentimiento, la emoción que le produce una experiencia que fue tan intensa que le ha dejado una huella imborrable. "De verdad que he estado en muchos equipos y soy de la Real Sociedad porque me pasé desde los 13 años en su cantera y allí debuté en Primera, pero lo que viví en el Oviedo fue increíble, siempre lo voy a llevar conmigo. Nunca me voy a poder olvidar", dice este exfutbolista que ahora entrena al juvenil del San Adrián, un pueblo vecino de su Andosilla natal, donde reside.

Llegó al Oviedo en 2003, con el equipo descendido administrativamente a Tercera, con un montón de problemas que entonces parecían irresolubles, pero, eso sí, con el apoyo incondicional de una afición que nunca abandonó a su club. "Lo que vivimos en 2003, ese espíritu de yo no abandoné al Oviedo en Tercera, con todos los problemas que había...", relata. Lo pasaron mal, pero tuvieron el apoyo de la grada y eso terminó por pesar más que cualquier otra cosa: "La gente no hacía más que darme las gracias por haber venido a jugar al Oviedo". Tanto que cada semana le tocaba comer en casa de alguien que le invitaba a fabada. Una de esas invitaciones nunca la olvidará: "El pobre Armando Barbón me había invitado a ir a comer a su casa la semana siguiente y ese mismo sábado pasó lo que pasó". Falleció en un accidente de tráfico.

"La verdad es que cuando llegué al Oviedo la situación era para salir corriendo. Fue Idiakez el que me dijo de ir para allá. Y yo le dije, joder, vosotros lo bajasteis y ahora me dices a mí de ir al Oviedo. Lo que tengo claro es que yo fui al Real Oviedo, estuviera en Tercera o en Primera, y que no me equivoqué en absoluto aceptando la oferta. Conseguimos sacar el equipo adelante. Me tocó hacer de todo. Hasta vídeos musicales, aquél de 'Como un huracán' de Babylon chat. Sólo me faltó vender calzoncillos", relata.

Y es que no fue nada fácil en una coyuntura en la que a veces faltaba hasta el agua caliente en los vestuarios de El Requexón. A Aldeondo y a alguno más les tocó hacer de padres de una plantilla de chavales jóvenes, con talento e ilusión. "Éramos los padres de una familia, ahora ya es todo más profesional. En nuestra época teníamos claro que yo podía venir de donde fuera y otros irían en el futuro a donde pudieran pero lo importante era sacar al club adelante. Y todos mirábamos por el equipo", explica.

Aldeondo acumuló muchas historias en el Oviedo que ahora puede contar a los juveniles del San Adrián. "Yo más que nada lo que hago es contarles batallitas. Jugar al fútbol ya lo hacen ellos muy bien", comenta en tono jocoso. La pasada temporada fue el segundo entrenador del River Ega, el club de su pueblo, Andosilla, donde acabó su etapa como futbolista. No siempre es fácil estar en el equipo del pueblo en el que vives y por eso esta temporada ha cambiado al club del pueblo de al lado. "En San Adrián no se respira tanto fútbol como Andosilla, porque de allí salimos varios futbolistas, pero está cerca de casa y estoy contento porque se trata de intentar que mejoren los chavales para cuando suban", explica Aldeondo.

Entre las batallitas que Aldeondo puede contar a esos chavales esta una en la que él, un delantero peleón y aguerrido, fue el maestro en el que se fijaron internacionales como Adrián y Michu: "En aquella época hable con algún amigo y le dije que Michu, Adrián y Pascual iban a ser buenos futbolistas. Y ver ahora a Michu marcar con el Oviedo en Segunda es para mí una alegría tremenda. Siento una envidia sana". Envidia y cierto orgullo porque es consciente de que parte de lo que ahora se ha conseguido se empezó a construir en 2003.

"Ninguna otra afición se merece tanto subir"

Ha pasado más de una década desde su salida del Oviedo, pero Aldeondo aún conserva la amistad con Jon Carrera. Ya sea por teléfono o por Twitter siguen en contacto. "Íbamos a entrenar juntos, también con Adrián, que tenía 17 años, lo que pasa es que Adrián no hablaba mucho. Con Jon suelo hablar o tuitear", explica Aldeonso.

Elegir el mejor momento de su etapa en el Oviedo es sencillo. El ascenso a Segunda B en su segunda temporada fue el mayor éxito en lo deportivo. Pero Aldeondo va un poco más allá: "El mejor día fue en el que subimos, pero lo mejor fueron todos esos días especiales que vivimos con la afición, todo el agradecimiento que recibí de esa gente".

Lo mismo sucede con el peor momento. En principio podría ser sencillo: cuando no lograron subir en la eliminatoria frente al Arteixo. Pero también de entonces guarda un sentimiento encontrado: "Cuando no subimos la gente me seguía dando las gracias por haber venido. Había jugado en el Córdoba y casi nos habían matado por no subir a Primera. En el Oviedo me daban las gracias. Es verdad que el año había sido muy duro", explica.

Del Tartiere tiene la imagen del partido contra el ACF. "He jugado en el Bernabéu, he jugado la UEFA, pero aquél Oviedo-ACF ante más de 22.000 personas es el que más me ha impresionado en mi carrera". Él sabe que "ninguna otra afición se merece tanto como la del Oviedo subir a Primera".