En pleno análisis, a Fernando Hierro se le recuerda la famosa reflexión de John Toshack sobre la forma de gestionar las crisis. El británico, ocurrente con el verbo, lo resumió así en su momento: "El domingo me cargaría a todos los jugadores. El martes, sólo a ocho. El jueves a dos o tres. Y al final acaban jugando los mismos once cabrones de siempre". Al recordar la anécdota, Hierro esboza una sonrisa que habla en su lugar. Los tres meses que lleva como entrenador del Real Oviedo están suponiendo un nuevo reto en una vida ligada al fútbol en la que se ha acostumbrado a lidiar con todo tipo de desafíos. Aunque ahora le toque afrontarlos desde una perspectiva diferente, con una responsabilidad mayor. Perder 5-1 en Alcorcón y encarar una semana de trabajo es un nuevo reto en la incipiente carrera del malagueño como técnico.

Desde esa perspectiva, es ésta una semana de evaluación para el técnico que tiene que enfrentarse a la tarea de hacer reaccionar al equipo. Hierro ha dejado atrás el visible enfado de Alcorcón para mostrar una versión más sosegada. Una visión que encaja con lo que se cuenta de él en el vestuario. "Conmigo tiene todo el mundo la imagen del Hierro jugador, con mi carácter. Pero mi historia como futbolista terminó, ahora soy entrenador. Tengo mi carácter, hay veces que me guardo determinadas cosas y otras soy sincero", advierte. A continuación, lanza la idea sobre la regularidad que debe demostrar su equipo: "Hemos hablado toda la semana, hemos analizado. Sabemos cómo es la Segunda, lo que necesitamos y no podemos equivocarnos. No quiero un Oviedo bipolar. No podemos encajar 7 goles en las primeras 14 jornadas y en dos partidos, 9. Ése no es el camino".

Hierro se mostró sincero sobre las sensaciones del equipo en Santo Domingo y su discurso mantiene un camino crítico casi una semana después. Su discurso es coherente. El entrenador se muestra más críptico cuando toca hablar sobre cuestiones directas del equipo, como si prepara cambios en el once inicial. "Mañana -por hoy- veréis la lista", se escapa de primeras, antes de dar algunas pistas: "Voy pensando algunas cosas. En el partido de entrenamiento ves cosas, analizas a los jugadores? No soy de los que el lunes ya tiene las cosas claras". E incide en la parte más emocional del juego: "No ha sido una semana fácil para nadie porque le hemos dado muchas vueltas a lo de Alcorcón. Hemos hecho autocrítica y hemos concluido que en Segunda hay algunas cosas que no se pueden negociar: El corazón y el espíritu son innegociables".

El técnico finaliza su exposición sobre la imagen que quiere de los suyos: "Hay que competir, tener alma, ir a cada balón dividido como su nos fuera el partido en ello. Aquí, si te consideras superior a alguien te estás confundiendo. Un error se paga".

Tampoco le tranquiliza al técnico la trayectoria del rival. El Nàstic es penúltimo pero su evolución en las últimas semanas habla de un rival de cierto peligro. "Ha sumado 10 de los últimos 15 puntos en juego. El Nástic peleó por el ascenso el año pasado y es un equipo reconocible con jugadores decisivos de medio del campo hacia arriba", advierte el entrenador azul.