El Real Oviedo de Fernando Hierro volvió a sus orígenes. Esos principios que le habían permitido encaramarse a la zona de playoff y que parecían haberse titubeado tras sus dos últimas salidas fuera de casa.

El Real Oviedo fue de nuevo ese equipo rocoso que minimiza las virtudes del rival sobre todo gracias a un trabajo solidario de todas sus líneas y que dificulta al máximo las llegadas sobre la meta de Juan Carlos.

Puede no ser un juego aparentemente vistoso pero otra vez el equipo de Hierro puso de manifiesto, y supo aprovechar, la calidad de sus hombres de ataque. Sin grandes combinaciones, cada vez que el balón volaba sobre el área rival, los azules se imponían y generaban peligro

Optó para este partido Fernando Hierro por dar continuidad al equipo. Las novedades de Erice, Christian y Toché se debían sobre todo a la recuperación de sus molestias o a que otros hombres estaban tocados.

Dio toda la impresión que el partido se jugó siempre a lo que quiso el equipo local. El Nástic dominaba la posesión y los detalles técnicos pero las áreas eran azules. Apenas un par de remates de los catalanes durante los noventa minutos y ambos con el empate inicial en el marcador.

En uno de ellos se le escapó el remate a Djetei y en el otro Juan Carlos desvió la pelota en una parada de reflejos.

La maquinaria pesada azul sin embargo llegaba con frecuencia a portería. La superioridad de los de Hierro en el juego aéreo hacía que cualquier balón al área era siempre al menos tocado y muchas veces rematado por los jugadores ovetenses.

En uno de ellos y ya en el minuto 18, Toché se impuso a todos los defensores para marcar el 1-0 definitivo.

De aquí al final los asturianos se sintieron muy cómodos defendiendo. Al Nástic le costaba muchísimo superar las líneas defensivas tras una fuerte presión que se iniciaba en los delanteros locales y en la que intervenían los diez jugadores de campo de forma coral.

Ni siquiera el paso por los vestuarios permitió aclarar las ideas a los discípulos de Vicente Moreno. Con el paso de los minutos la desesperación visitante fue creciendo ante un Real Oviedo que atacaba durante mucho menos tiempo pero que disponía cada poco tiempo de una nueva opción de ampliar su ventaja.

Lo exiguo del marcador hizo que aparecieran los nervios pero más que nada fue una ilusión puesto que Juan Carlos apenas tuvo que intervenir.

Pitido final y tres puntos más para el Real Oviedo que se coloca provisionalmente en la quinta posición a la espera de desplazarse a tierras aragonesas para enfrentarse al Real Zaragoza.

13.615 espectadores en el Carlos Tartiere que despidieron a sus jugadores entre aplausos como recompensa a la vuelta a los principios que hicieron fuerte a este equipo durante la temporada. Unidad, sacrificio, solidaridad,... y por supuesto la calidad de sus hombres.