Es uno de los muchos alicientes del fútbol. Cuando cada quince días vas a tu estadio sabes que te vas a encontrar, probablemente, con amigos, o con ese vecino de localidad con el que compartes tertulia discontinua de 90 minutos pero el planteamiento, nudo y desenlace del partido es como una caja de bombones? nunca sabes qué dará de sí hasta el final.

Con el Real Oviedo de esta temporada la sensación de incertidumbre ha alcanzado cuotas exageradas, como casi todo lo que rodea al club azul de unos años a esta parte. Decía Fernando Hierro entrenador, antes del partido de infausto recuerdo ante el Alcorcón, que aquí se pasa de la euforia a la decepción muy rápido. Bueno, exactamente siete días, los transcurridos desde la imagen seria y sólida del partido ante el Levante, tras el varapalo de Huesca, al naufragio en tierras madrileñas sin necesidad de que cayera una sola gota de agua. Increíble que los protagonistas fueran casi los mismos.

Un Real Oviedo bipolar en las últimas jornadas, cual trasunto deportivo de la novela de terror de Robert Louis Stevenson. Así que el bueno de Fernando Hierro tiene tarea por delante para que el equipo entre en la senda de la regularidad, imprescindible para hacer una buena temporada en una categoría "trampa" como la Liga 1,2,3 donde ningún equipo es superior hasta que finaliza el partido por mucha diferencia de puestos, que no de puntos, que haya en la clasificación. Sin duda, algo tendrá que ver el desempeño de la plantilla en esa inestabilidad emocional del entorno de la que hablaba el "míster" antes del desplazamiento al campo de Santo Domingo. Lo dicho tantas y tantas veces, el Real Oviedo puede ganar, empatar y perder pero no hacer el ridículo; la derrota tiene que venir acompañada de una imagen bien distinta a la ofrecida en Huesca y Alcorcón, de lo contrario se corre el riego de que esa apatía y desgana del equipo se traduzca en la indiferencia de la afición, que es la peor compañera de viaje para una campaña liguera.

El rival de esta jornada es un equipo difícil, compañero de ascenso y excelentemente llevado por Vicente Moreno, un entrenador que ha sacado un rendimiento extraordinario a la plantilla grana desde su llegada a Tarragona en 2013. No conviene fiarse de su actual clasificación porque el Nástic se encuentra inmerso en su mejor racha de la temporada y Uche tiene un gran peligro en el ataque catalán.

Para no repetir esa mala imagen, de entrada, conviene disputar cada balón como si fuera el último, y no dar la sensación de que se pierde una disputa antes siquiera de tratar de ir a por el esférico. Tras ver varias veces el partido de Santo Domingo, hay una conclusión clara, el equipo no ganó ni un duelo pero estuvo sobrado de despistes, desde la portería hasta la delantera. En la victoria puede haber margen para el azar, en la entrega y la concentración en el trabajo, jamás.

Hace dos años, Fernando Hierro estaba sentado en otro banquillo, el del Real Madrid, de segundo de Carlo Ancelotti, desde donde vivió "clásicos" como el Barça-Madrid de este fin de semana, sin duda una experiencia impagable. Esperamos que esa experiencia adquirida, sirva para afrontar con serenidad el mando del Real Oviedo, un club distinto, diferente como acaba de confirmar Aitor Aldeondo, aquel delantero menudo e incordión no exento de calidad, que tras jugar en su Real Sociedad y disputar competiciones europeas reconoce, ya retirado del futbol, que su experiencia más intensa la vivió en el Tartiere, en los tiempos de los campos de barro y del "yo no abandoné al Oviedo en Tercera". De lectura muy recomendable el reportaje de Antonio Lorca con el exfutbolista navarro, sobre todo para los jugadores de una plantilla que si hoy lo tienen mucho más fácil es por el empeño de una afición con todo el derecho del mundo a ser exigente y también, justo es reconocerlo, porque al frente del Real Oviedo, está una sociedad, Carso, que hace todo lo posible para que el único desvelo de los jugadores sea rendir más y mejor cada jornada.

Los traspiés han puesto de relieve la falta de "un fondo de armario" más amplio para afrontar una liga tan, tan larga. A la vista de las convocatorias y las alineaciones hay algún jugador que ni está ni se le espera. También ahí deberá pesar el criterio de Fernando Hierro, pero ése ya es otro capítulo de la historia por escribir de esta temporada.

No estaría mal que al final, tras los vaivenes con Jekyll y Hyde, este equipo sea capaz de alcanzar su particular isla del tesoro. La afición lo agradecería.