Se repite cada partido, segundos antes de salir al campo, después del grito de guerra del equipo. Ahí, en la intimidad del vestuario, en un momento de máxima tensión y adrenalina, sonido de tacos rebotando contra el suelo y olor a réflex, los jugadores del Oviedo toman una bebida isotónica, se enjuagan la boca con ella durante ocho o diez segundos y la escupen. Es un ritual obligatorio, domingo a domingo.

-¿Por qué hacen eso?

-En la base de la lengua tenemos unos receptores que mandan una orden al cerebro que indica que estamos cargados de glucógeno aunque no lo hayamos tomado. ¿Qué ocurre? Que el jugador empieza el partido mucho más explosivo.

Habla Jesús Bernardo, nutricionista del Oviedo, uno de los especialistas más reconocidos, 36 años en el sector desde que se licenció en Toulouse (Francia). El club, en esa profesionalización de la entidad que está imponiendo Fernando Hierro, lo contrató esta temporada para que controlase todo lo que ingieren sus futbolistas. Y eso hace: controlarlo todo con absoluta minuciosidad.

No deja, por ejemplo, tomar lechuga en días de partido, ni pieles de alimentos como el tomate porque produce flato; receta onzas de chocolate por su alto valor en hierro ("algún futbolista era reticente porque tenía miedo a engordar"); defiende el aguacate y la remolacha ("que no gustan mucho") por su alto valor nutricional y porque se absorben muy bien, receta zumos por las vitaminas y ha desaconsejado algo tan básico como el café con leche. Los jugadores del Oviedo, sobre todo en días de partido, no pueden tomar café con leche. Pueden tomar café por un lado y leche por otro. Nunca a la vez.

-¿Y eso?

-La unión de las proteínas de la leche con la cafeína del café producen dispepsias gástricas.

O lo que es lo mismo, "ganas de ir al baño". Antes de su llegada, cuenta, a algunos futbolistas les dolía el estómago antes de los partidos. Era el café con leche.

Cada uno de los 24 jugadores de la plantilla azul recibe cada viernes en El Requexón una hoja que le indica lo que tiene que comer durante toda la semana. Ingieren entre 4.500 y 6.000 kilocalorías diarias, casi el triple que el de una persona normal (2.000). "Lo queman enseguida con todo lo que entrenan", dice.

Es una dieta personalizada que realiza él mismo ayudado de las tres nutricionistas que conforman su equipo, con sede en Avilés. No permite saltárselo ninguna vez porque, dice, "esto no es una dieta para adelgazar sino una alimentación específica". Los menús varían en función de la posición en el campo y las características corporales del jugador: no come lo mismo Juan Carlos, por ejemplo, que Susaeta o Toché. "Es un trabajo de chinos", resume Bernardo, que trabajó para federaciones como la de patinaje o la de hockey.

En ese papelito semanal va el menú detallado de cada uno (las cinco comidas al día) y algo más: la forma de cocinar los alimentos y de cortarlos. Cómo cocer la pasta, por ejemplo, y durante cuánto tiempo. "Dependiendo de cómo se cocine, la absorción de los hidratos será mayor o menor", explica Bernardo, que quiere decir más secretos de los que puede, "no vayamos a dárselo hecho a los rivales", comenta entre risas.

Algunos sí cae. Está el de los enjuagues antes de los partidos y está también la dieta líquida que los jugadores toman en el descanso: frutas batidas para (importante) evitar la masticación. Esto persigue un objetivo: reponer el glucógeno muscular perdido en el primer tiempo. El glucógeno es la clave de todo en los días de partido: es la sustancia que está en los músculos y que permite ser fuertes y tener más energía.

Durante los duelos, Bernardo recomienda a los futbolistas beber agua cada 15 minutos aunque no tengan sed y, al final de los partidos, viene otro ritual: cada futbolista tiene esperándole en el vestuario una bandeja con su nombre y su dorsal llena de alimentos como pizza, bocadillos y fruta. Pero aquí hay un handicap: tienen una hora máximo para comerlos. "Si se hace en la primera hora, se recupera la masa muscular y se elimina los desechos metabólicos, que es clave para poder entrenar al día siguiente", dice. Para eliminar los desechos metabólicos hay un truco: un vaso de leche semidesnatada. Cada futbolista del Oviedo toma uno al final de los partidos.

Los menús en días de partido suelen ser más recurrentes: pasta y/o arroz, pollo y/o pescado, plátanos, mandarinas y yogur. Pan y agua. "Pueden repetir las veces que quieran". Para hidratarse: aguas y bebidas isotónicas.

Bernardo recomienda no dormir menos de siete horas, siestas de menos de 20 minutos y un remedio casero antes de ir a la cama. Un vaso de leche caliente porque "produce una gran relajación muscular". "Una buena alimentación aumenta el rendimiento entre un 30 y un 40%, baja el riesgo de lesiones y favorece la recuperación", resume. En ello está el Oviedo con él: experimentando una alimentación de Primera.