En la intimidad del vestuario, con las pulsaciones algo más bajas y algunos minutos para analizar lo sucedido, Héctor Verdés pidió la palabra. Fue el final del choque el momento elegido por el central para mostrar su arrepentimiento por la acción que le había costado la expulsión (una dura entrada sobre Lanzarote) y disculparse por el perjuicio ocasionado. El Oviedo, con 10 hombres, había puesto contra las cuerdas al Zaragoza y las mentes más activas pronto se imaginaron un escenario diferente. "Creo que la película hubiera sido distinta once contra once", se aventuró José Fernández. Hierro fue más comedido: "Nunca sabremos lo que hubiera pasado".

Lo que está fuera de toda duda es que la expulsión de Verdés condicionó al Oviedo. Hierro se vio obligado a introducir a Gil y dibujar un 4-4-1 a la espera de alguna acción en ataque. La imagen mejoró respecto a otras salidas, aunque la vuelta de vacío invitaba a una nueva reflexión. Preguntado por la acción de la expulsión, Hierro cerró filas: "Es de régimen interno". El enfado del entrenador era evidente. "Solo diré que me parece roja clara", añadió conciso.

La acción vuelve a poner en el disparadero a Verdés, central que siempre se emplea con agresividad y que ha forjado una carrera en Segunda al límite del reglamento. El estilo de Verdés es inconfundible y para muchos entrenadores supone un plus de intensidad para la zaga. Así lo ha entendido Hierro que desde su llegada el pasado verano no ha dudado en darle galones. Preocupado por su falta de continuidad la campaña anterior, las lesiones no le dieron tregua, el cuerpo técnico diseñó un plan específico para evitar más daños. "Yo soy diesel", ha reconocido el futbolista alguna vez en la sala de prensa. Ésta debe ser la campaña de su confirmación en el Oviedo.

La acción del domingo le impedirá estar sobre el césped en el partido ante el Córdoba que cierra 2016. Aunque la redacción del acta permite ver su futura sanción con optimismo. El colegiado describió la entrada como "zancadillear a un adversario en la disputa de balón con uso de fuerza excesiva", añadiendo que Lanzarote "precisó asistencia pero pudo seguir jugando". A una acción de esta naturaleza lleva aparejada una sanción de entre 1 y 4 encuentros, aunque para ser sancionado con el máximo de partidos tienen que existir agravantes como la reincidencia en acciones similares esta misma temporada o la lesión del rival. La lógica apunta a una sanción de uno o dos encuentros.

El parón volverá a cortar en seco la aportación de Verdés al Oviedo, una constante desde su llegada el verano pasado. Con la de La Romareda, Verdés ha visto cinco cartulinas rojas vistiendo la camiseta azul. Las cuatro de la temporada pasada fueron por doble amarilla y tres de ellas llegaron de forma consecutiva ante Tenerife, Bilbao Athletic (después el comité de competición le retiró la segunda tarjeta) y Nàstic. Además de las cinco rojas, con el Oviedo acumula 15 amarillas en este año y medio. Su récord de amonestaciones sigue estando con el Alcorcón: 22 amarillas y una roja en la temporada 2014/15.