La evolución también se nota delante de los micros. Cuando llegó a Oviedo, el club trató de proteger en todo momento a Lucas Torró. Su timidez y mesura fuera del campo contrastan con la naturalidad con la que se desenvuelve en el césped. Cuentan los que le conocen que le ponen más nervioso las entrevistas que los rivales. Superado el primer tramo de competición, Torró ha explotado: de prometedor centrocampista del Castilla a realidad en Segunda. Su evolución también se nota en la sala de prensa. "Cada vez estoy más a gusto en el Oviedo. Tengo más confianza, me siento mejor? He ido creciendo", asegura el pivote en el improvisado escenario que se ha montado en El Requexón para premiarle como mejor futbolista del equipo azul, votado por los aficionados en las redes sociales, del mes de diciembre.

El de Torró es un premio a la evolución. El centrocampista llegó en verano con una certeza indiscutible y algunas dudas. La parte sin discusión venía por su procedencia. El Madrid fue el que se fijó en él cuando empezó a destacar en el Alcoyano y no lo dudó a la hora de invertir 100.000 euros en su contratación. El desembolso justifica el talento que se le presupone al chico. Las dudas tenían que ver con su último curso en Valdebebas. Entre lesiones y decisiones técnicas, el pivote no gozó de continuidad, una traba importante para cualquier futbolista en fase de formación. "La verdad que no me esperaba este rendimiento en Oviedo", reconoce cuando se le pregunta por su importante rol en el equipo, "porque venía de estar parado, sin ritmo. En un año había jugado solo cuatro partidos. Pero ahora sí he encontrado la continuidad, de forma un poco inesperada, y me encuentro muy cómodo".

Con Torró, Hierro ha dado con la pieza maestra en el centro del campo. El pivote que aporta equilibrio, que ayuda en la construcción y que se esmera en defensa. Tanto en el sistema con el doble pivote como el 4-1-4-1 que tantas veces ha usado Hierro, su papel es relevante. Los números así lo atestiguan: suma 1.620 minutos en la Liga, solo superado por Juan Carlos (1.710 minutos) y José Fernández (1.659). Ha disputado 18 encuentros, todos ellos como titular, y solo se ha perdido el encuentro ante el Reus en el Tartiere por enfermedad.

Su peso en el equipo también está fuera de toda duda. El centrocampista ha completado 786 pases, lo que le sitúa en el 18º futbolista de Segunda con más envíos y el segundo del Oviedo detrás de David Fernández (814); y lo ha hecho con un índice elevado de acierto: el 81%. Sus 123 recuperaciones y 8 disparos a puerta (uno de ellos un cabezazo a la red ante el Getafe) le describen como un futbolista completo, un centrocampista moderno. Da la impresión de que el salto desde Segunda B apenas le ha supuesto esfuerzo alguno. "El cambio es importante, sí. Segunda es una competición muy igualada, cada partido tienes que salir al cien por ciento aunque sea ante el último de la tabla. Si no, puedes llevarte un disgusto. Ha habido algún partido en el que salimos dormidos y lo pagamos", comenta y la mente recupera los malos recuerdos de Huesca o Alcorcón.

"Yo intento centrarme en lo mío, en seguir mejorando cada día y con eso ayudar al equipo", se excusa cuando se le pregunta por su rendimiento. Rápidamente pasa al discurso dirigido al colectivo: "Ya hemos logrado estar varios partidos puntuando y hay que intentar recuperar esa dinámica. Es importante sumar, como estamos haciendo en el Tartiere, y fuera intentarlo aunque sea con empates. La clave es encontrar la regularidad".