Hay veces que el fútbol es vida de verdad: una caricia, una sonrisa, un abrazo, un beso.

Hay veces que el fútbol no necesita de una pelota para emocionar, que la ilusión y la esperanza no surgen de un gol sino que aparecen con un simple gesto, un instante de atención, unos segundos de compañía. Hay veces que las virtudes de este deporte con tantas manchas alrededor florecen con fuerza en una habitación de un hospital, generalmente en Navidades, y entonces el fútbol cobra todo el sentido que a veces pierde, porque no hay mayor título que el de la salud ni mejor regalo que el de la vida.

Los futbolistas del Oviedo visitaron ayer en la planta infantil del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) a 40 niños que luchan por superar distintas enfermedades y recuperar esa vida que merecen disfrutar de la mejor de las maneras. Les llevaron un porrón de regalos donados por Juan Mata, futbolista asturiano (y oviedista) del Manchester United, un tipo que año a año muestra su compromiso con el mundo que le rodea, lleno de muchas más dificultades que no jugar un domingo o quedarse sin convocar.

Esteban, Susaeta, Toché, David Rocha y Edu Bedia atiborraron de ilusión el hospital y, más que regalos en sí, lo que repartieron fue vida entre unos chavales, niños y niñas de distintas edades, que necesitan de gestos como estos para, al menos, tener un motivo para sonreír. La sonrisa de un niño importa mucho más que cualquier éxito sobre un terreno de juego y bien lo saben los futbolistas azules, que mostraron su cara más humana y atendieron, uno a uno, con mucho cariño, a todos los chicos que requirieron su presencia. Les entregaron balones y distinto material de Adidas, la firma que viste al club, así como otros objetos relacionados con un entidad, el Oviedo, que ha dado un paso grande en el compromiso social, siempre cerca de sus aficionados: hoy un hospital, mañana un colegio. Ayer tocó repartir felicidad entre los pequeños con más problemas, que seguro que desde ayer tienen más fuerza para luchar.