Antonio Rivas en Oviedo tiene amigos por todas partes, aunque a muchos de ellos los ve menos de lo que le gustaría. Mantiene el contacto especialmente con Luis Manuel. También habla de vez en cuando con Paco, con Elcacho, con Jankovic, con Jordi Viñals. "Seguro que me dejo un montón", dice.

Con ellos trata de "descifrar el fútbol". También reconoce que tiene excusa para no venir a Oviedo, pero que al final termina siendo eso, una excusa: "Los fines de semana los tengo ocupados y es complicado, aunque debería ir más".

Es perfectamente consciente de que es querido por la afición azul y es algo que valora enormemente: "Lo sé y lo siento, lo tengo claro y me lo han demostrado las veces que he ido a Oviedo. Cuando jugué en el Tartiere entrenando al filial del Atlético de Madrid en Segunda B me lo dejaron claro. El Oviedo se te queda dentro y sé que la gente me aprecia y me respeta, y ése es uno de los valores importantes en mi vida", explica.

Para el actual Oviedo sólo tienen una receta: "Paciencia". "La Segunda es una categoría bastante compleja, hay que tener paciencia; el entrenador es nuevo, de esta temporada, y en esta categoría cada domingo pueden suceder cosas imprevistas". Bien sabe él que los frutos se recogen a largo plazo.