El Oviedo regresa hoy al Ramón Sánchez Pizjuán 16 años, 8 meses y 8 días después. La última vez fue el 30 de abril del año 2.000. Entonces, los azules ganaron 2-3 y dieron un paso de gigante para lograr la permanencia en Primera, que certificaron días después. Aquel partido, sin embargo, no se recordará por el resultado, que también, sino por sus excepcionales circunstancias.

El triunfo azul era previsible por la buena sintonía entre Sevilla y Oviedo y sus aficiones pero, sobre todo, porque la victoria del Oviedo perjudicaba en su lucha por la permanencia al Betis, máximo rival sevillista, que acabó bajando aquel año a Segunda División. Aquello fue la respuesta a un episodio sucedido tres años antes, en 1997, cuando el Betis facilitó el triunfo del Sporting (0-1), un resultado que provocó el descenso del Sevilla.

Cuentan las crónicas de la época que el Pizjuán fue entonces un amigo del Oviedo que "chillaba a sus jugadores para que no crearan peligro" y que "no podía ser de ora manera" que los asturianos ganaran el partido. "El partido fue extraño, pero nosotros veníamos a ganar y ganamos", declaró entonces Esteban, que cuajó una buena actuación con una intervención crucial al desviar una pelota que se iba a la red.

Luis Aragonés, que aquel día estaba sancionado y tuvo que ver el partido en la grada, usó aquel día un sistema con tres defensas y cuatro centrocampistas (1-3-4-1-2) con el siguiente once: Esteban, Keita, Onopko, Boris; Losada, Paulo Bento, Nadj, Rabarivony; Pompei; Rubén y Dely Valdés. Los tantos fueron marcados por Paulo Bento, Pompei y Losada. Los del Sevilla los marcaron Loren y Olivera. Fue un partido amigo en el Sánchez Pizjuán.