Hay veces en el fútbol que los problemas se resuelven con soluciones de lo más elementales. Del duro desaguisado del Sánchez Pizjuán el Oviedo concluyó, entre otras muchas cosas, que con dos delanteros y Saúl Berjón en el campo, más o menos a tono el ovetense, lo mismo da, el equipo era otro, más profundo, más valiente, más vertical. Así que llegó el partido del sábado ante el Elche, con toda la presión y el foco sobre el grupo, y Fernando Hierro no se complicó. Alineó el sistema con el que terminó en Sevilla: dos atacantes y al canterano de titular en la izquierda. El resultado es conocido: 2-1, balón de oxígeno para el Oviedo, energías renovadas y un nuevo ídolo en el Carlos Tartiere. Saúl Berjón.

Quizá no tenga Berjón el carisma de Michu, hijo pródigo del oviedismo, pero sí tiene ese punto de conexión con la grada, por ser de casa, que sirve, al menos, para entrar con buen pie, para tener más vidas que cualquier otro compañero sin pasado en El Requexón. El sábado, Berjón fue, con diferencia, como lo fue la semana pasada en Sevilla, la mejor noticia de este aliviado Oviedo que ha encontrado en la banda un filón, a un tipo que desprende olor a Primera en la mayoría de sus acciones. Muchas veces, como ocurre también con Michu, basta un simple pase con el interior para advertir a los buenos futbolistas en un campo de fútbol.

Berjón fue ante el Elche el jugador del Oviedo que más tocó la pelota: 66 veces, las mismas que Erice pero jugando en la banda, un dato que habla de su protagonismo, de su liderazgo, de su buena capacidad para echarse el equipo a la espalda en un momento de presión. El técnico había pedido en una semana previa de las más atípicas "líderes naturales", y el ovetense recogió el guante, no se escondió y se convirtió en uno de ellos. Se convirtió en uno de ellos tan sólo 16 días después de su llegada al club.

En "Turu", como conoce a Berjón la gente de fútbol en Asturias, se advierte movimientos y dejes de futbolista de Primera y eso se agradece en el Tartiere. Es un futbolista explosivo y con preciso golpeo de balón, potente al espacio, que se atreve y se asocia, como demostró en la asistencia a Toché en el primer gol. Frente al Elche en su debut en casa, regateó hacia adentro y hacia afuera, presionó, disparó y asistió. Jugó 77 minutos, remató cuatro veces, generó dos ocasiones de gol, dio una asistencia y pasó el balón más hacia adelante (el 28,3% de sus pases) que hacia atrás (21,7%), una buena noticia para este Oviedo más proclive a defender que a atacar en esta primera parte de la Liga.

"Sumando todos juntos conseguiremos algo bueno. El equipo tiene muchas ganas de demostrar que puede ganar a cualquiera", dijo Berjón tras el partido del Tartiere. Un mensaje de líder, un llamamiento a la unidad en un chico de pocas pero directas palabras. "Son todos los partidos complicados. Ahora mismo (por el pasado sábado) estamos séptimos. Y hace poco parece que éramos muy malos, y no es así. La Segunda está muy difícil", dijo.

El canterano jugó 77 minutos, fue sustituido por Varela y ovacionado por un Tartiere que ha depositado ya sus esperanzas en él y también sobre su conexión con Michu, que ultima su recuperación para volver a entrenarse con sus compañeros. Berjón confesó que, desfondado, pidió él mismo el cambio a Hierro. "Llevaba bastante tiempo parado y pedí el cambio porque me costaban ya las vueltas. Le dije: 'Vamos a amarrar antes de que me pillen a mí' ". Y eso hizo el Oviedo, amarrar el resultado y hacer bueno el debut en el Tartiere de Berjón, que se acordó de su padre, que ya no está, y de su familia. "Es una cosa que siempre sueñas", dijo sobre la ovación de la afición, "que siempre te apetece sentir". Si sigue así, tiene toda la segunda vuelta para sentir ovaciones como la del sábado en un Tartiere que, con dos intervenciones y en 16 días, ya le ha visto madera de líder.