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Un rival clásico, una fase decisiva

El club está haciendo un esfuerzo grande para mejorar "el vestidor" y, si el balance es bueno, el equipo ganará opciones

Llega el Valladolid, un rival clásico, de los de toda la vida, en Primera y en Segunda. Cantidad de partidos vibrantes, con alternativas y microhistorias que nutren de pasión, deportiva, esta cosa del fútbol, tan cambiante, tan moderno. Los de Pucela son una buena piedra de toque para calibrar si objetivos se corresponden con las aspiraciones del Real Oviedo ante la fase decisiva de la temporada.

La primera vuelta ha dejado dudas sobre el desempeño de un equipo, que ha dado una de cal y otra de arena. Nada nuevo para una afición acostumbrada a dar mucho más de lo que recibe. No queda otra que sumar, sumar y sumar para llegar a los 50 puntos. Si es al principio de la primavera mejor que mejor, porque la igualdad que reina en la categoría convierte una tanda de derrotas o victorias en una montaña rusa no apta para cardiacos. Sería de necios olvidar el sudor, los cabreos que ha costado retornar al fútbol profesional o las ganas que había de volver cada vez que el calendario cruzaba al equipo azul con filiales como los del Valladolid, el Celta o el Madrid. Por delante quedan 21 partidos en los que el Real Oviedo deberá autodefinirse y saber si, por fin, es un equipo que no pierde todos los duelos cada vez que el rival de turno entra a la disputa de un balón.

La institución ha vuelto a hacerlo. El club está realizando un esfuerzo para mejorar "el vestidor". Hacen falta más jugadores que tiren del carro, como Saúl Berjón ante el Elche en el partido del pasado sábado. Parece necesario mineralizar una defensa que, sobre todo, lejos del Tartiere, se deshace como azucarillo en agua ante rivales que tampoco son la quintaesencia del ataque, y todavía se antoja una asignatura pendiente contar con un mediocentro más organizador porque Bedia nunca lo fue y a Rocha todavía se le espera en esa faceta. Si el balance entre la operación salida y las llegadas es positivo, el Real Oviedo subirá enteros y ganará en opciones.

Pero en fútbol nunca se sabe. Ahí radica su magia. Si no, ahí está el Real Madrid que, tras 40 partidos invicto, con alguna que otra flor de por medio, fue a perder en Sevilla, en uno de sus mejores partidos, si no el más completo en lo que va de temporada.

Las vueltas que da el planeta fútbol. El Valladolid llega como un equipo amigo, al menos en lo que a las aficiones se refiere. Quién se lo iba a decir al respetable que una tarde lluviosa de mayo de 1980 montó en cólera cuando el trencilla de turno decretó un penalti en la portería de la tribuna Silvela (la que daba a la plaza de Toros) a favor de los de Pucela cuando el Real Oviedo ganaba 2-1. Casi 10 minutos tardó Gail en poder tirar aquella pena que fue máxima porque los azules, que llegaban al partido con opciones serias de ascenso, ya no levantaron cabeza en lo poco que quedaba de liga.El escándalo fue de los que hacen época, el Valladolid acabó empatando, apenas un mes después era equipo de Primera, el Carlos Tartiere fue clausurado y al Oviedo todavía le costaría casi una década regresar a la élite del fútbol español, a la que ahora aspira a volver cuando antes.

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