Si hay algo que define esta Segunda, además de su constantemente repetida igualdad -que la hay, y mucha-, es el condicionante que supone el primer gol de cada partido. El estado de ánimo de los equipos cambia bruscamente en función de si ese tanto es en contra o a favor, circunstancia bien visible en el caso del Oviedo, especialmente sensible al movimiento inicial del marcador. Se ha visto en lo que va de competición: cuando marca antes, el Oviedo se crece y gana. Cuando marca después, suele perder y como mucho empatar. Es la importancia del primer gol, el Oviedo bipolar proyectado en el marcador.

Suele comentar Fernando Hierro que se puede plantear un partido de una forma o de otra que un gol lo condiciona todo. La estadística no engaña. El equipo azul ha ganado todos los partidos en los que ha conseguido ponerse en ventaja. Todos menos uno: el disputado en el Coliseum a mitad de septiembre ante el Getafe. rival el domingo en el Tartiere (18 horas). De doce duelos en los que los azules se adelantaron en el marcador, el conjunto carbayón logró la victoria en once, que son los triunfos totales que acumula. Escrito de otro modo: el Oviedo sólo gana cuando marca primero.

La tendencia descrita esconde también su parte mala, que es la incapacidad para remontar un partido. Aquí el conjunto ovetense tiene un reto: lograr una remontada por primera vez en la temporada. Porque, hasta la fecha, los azules no han conseguido sobreponerse del todo a un resultado adverso, frágiles al primer rasguño, como si encajar un gol primero supusiera ya el final del partido. De los diez partidos en los que empezó perdiendo en la Liga, el Oviedo sólo consiguió apañar algo en dos de ellos, dos empates frente al Numancia (2-2) y Lugo (1-1), ambos partidos en el Tartiere. El resto, todo derrotas. Curiosamente, tras el resultado ante los gallegos, el Oviedo se situó segundo en la clasificación, en ascenso directo, su mejor posición en la temporada. Aquello duró una semana, porque después del Lugo llegó el duelo en Huesca (4-0) que no sólo acabó con la buena racha sino que abrió un período calamitoso fuera de casa (cinco derrotas en cinco salidas) felizmente terminado el pasado domingo en Anduva.

La trascendencia del primer tanto es indiscutible para el Oviedo,a pesar de que en las últimas victorias en el Tartiere, frente a Elche, Valladolid y Mallorca, el equipo dio un paso atrás minutos después de adelantarse. No obstante, en los tres partidos logró conservar el triunfo.

El análisis de las victorias azules arroja otras conclusiones curiosas. Por ejemplo, que en ocho de los once triunfos el Oviedo se puso en ventaja en la primera parte (sólo ante el Almería en la segunda jornada, frente al Levante y contra el Elche lo hizo tras el descanso), cuatro de ellos en el primer cuarto de hora. Quien más abre la lata es Toché (5 veces), que es el máximo anotador del equipo con diez goles; mientras que Linares firmó dos.

Los azules, pues, se sienten más cómodos con el viento a favor, algo por otra parte natural. Por algo Fernando Hierro insiste una y otra vez en la necesidad de salir enchufados a los partidos, en casa y a domicilio, una manera de enganchar al público y despejar esa ansiedad que el cronómetro transmite a los equipos de la Liga que, por su grandeza y por su historia, suelen tener la etiqueta de favoritos, caso del Oviedo.