Como la vida es un Carnaval y las penas se van cantando, que dice la mítica canción de Celia Cruz, Javier Andrés y Rubén Hurtado se compraron unas pelucas, una azul y otra amarilla, se pintaron la cara y se plantaron con ellas puestas en la tribuna del Tartiere. Dos médicos de Cádiz llegados a Oviedo por un congreso y que fueron a parar al Tartiere disfrazados. Vieron perder a su equipo pero ellos, ya se sabe, el carnaval lo llevan metido en vena.

-¿El ambiente bien? ¿Algún problema?

-Ninguno. Nos han tratado genial. Mira, hasta venimos con estas pintas. Todo muy bien.

Por si había alguna duda, más allá de resultados, piques o rivalidad, de comunicados y contracomunicados, ayer reinó la paz y la deportividad en un Carlos Tartiere que fue una fiesta. El oviedismo volvió a dar una lección, miles de gargantas en auxilio del Oviedo en un tarde noche fresca por fuera y caliente por dentro que dejó un regusto exquisito.

"Los 155" estuvieron presentes, porque desde entonces siempre lo están y más en un partido ante el Cádiz. La victoria fue también en su honor. Fueron 155 entre los 18.946 espectadores que ayer, según datos facilitados por el club, se dieron cita en el estadio y que pulverizaron el récord de la temporada por segunda jornada consecutiva. La cifra, suele ser habitual, pareció menor a lo que se vio en el estadio y no sirvió para superar la mejor entrada desde que el Oviedo regresó a Segunda: los más de 22.000 ante el Alavés en enero del año pasado.

No faltó, porque no podía faltar, quien apareció por las gradas disfrazado de mariachi mexicano, hubo bebés de payasos, de tortuga ninja y hasta hubo quien le daba a la tecla en la tribuna de prensa vestida de una superhéroe azul. "Venimos a disfrutar y es lo que todos queremos", comentaba Álvaro Morán, 70 años. A su vera su nieto, Álvaro Fernández, nueve años, no iba disfrazado, porque la bufanda del Oviedo, como su sentimiento, no es ningún disfraz.

El Tartiere fue una caldera que apretó cuando tenía que apretar, que básicamente fue siempre. El lema que se leyó en la pancarta desplegada por Symmachiarii al inicio del partido resumió perfectamente la clave del buen rendimiento del Oviedo en casa: "Unidos, más fuertes". Y eso fue lo que hicieron Oviedo y afición: unirse desde el principio. Desde la llegada del autobús al estadio, donde decenas de personas recibieron al equipo entre algún que otro bote de humo y bufandas al aire. La quedada la convocó Symmachiarii, pero el grupo más fiel se retiró antes de la llegada del equipo en protesta por el trato de la policía, que procedió a identificar "sin motivo" a alguno de sus miembros, sólo a ellos.

Este episodio no empañó otro recital ni de Symmachiarii ni de la hinchada azul en general, que entró en ebullición a final del partido, cuando Michu enloqueció con el pitido del árbitro y, al unísono, se escuchó un lema que siempre está: "Esta hinchada está loca, loca por verte ganar". El Oviedo gana y su hinchada enloquece, como se ve. Y así hasta al final.