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Errores que lastran

El Oviedo considera que los últimos fallos arbitrales le han perjudicado claramente pero no cree que sea una campaña dirigida - Además de las decisiones, preocupa la actitud de algunos colegiados con los jugadores y el cuerpo técnico

Susaeta se dispone a controlar un balón ante la presencia de Pérez Pallas. LOF

Hay detalles que van más allá de las decisiones arbitrales. Por ejemplo, la sucedida en el descanso ante el UCAM en el Tartiere. Fernando Hierro fue a dirigirse al colegiado del encuentro, Ais Reig, para comentar alguna acción del partido. Con sus dosis habituales de gestualidad, el malagueño tocó al árbitro en el hombro mientras conversaban. La reacción del colegiado fue instantánea: "¡No me toques!". Las decisiones erróneas de los últimos partidos duelen en el seno del oviedismo, que se considera perjudicado, pero en el club se huye de cualquier lectura intencionada. Se considera que es una mala racha. Duele al mismo nivel la actitud de algunos colegiados con los jugadores y el cuerpo técnico. Más aún cuando el club ha seguido una conducta intachable ante el colectivo arbitral. De ese malestar surge la famosa sentencia de Hierro tras el choque de Lugo: "Hay cosas que no nos gustan". Y su reflexión se quedó ahí, sin incidir en la cuestión.

La sensación generalizada en el Oviedo es que hacer referencia a los árbitros no traerá ninguna consecuencia positiva. Incluso puede perjudicar. Aunque hay referencias que son inevitables. Michu ofreció ayer un análisis pausado. "Últimamente los árbitros nos están perjudicando, pero al final se compensará. Soy de los que piensa que tras 42 jornadas todo se compensa", aseguró en la sala de prensa de El Requexón.

Es la idea que se maneja desde el club. Nadie apunta a una campaña predeterminada, sino que los errores son eso, simples errores. Lo malo es que los últimos fallos han llegado en dos partidos claves, en dos choques con peso. En Tenerife y en Lugo, el Oviedo salió perjudicado. De haber sido otro el resultado, la situación clasificatoria sería muy diferente: más positiva. Pero el lamento se queda ahí, limitada a acontecimientos aislados.

El Oviedo mantiene una relación fluida con la Federación Española, el órgano que dirige a los colegiados a través del Comité Técnico de Árbitros. Más fluida, por ejemplo, que con La Liga y Javier Tebas. Pero la entidad no le ha expresado a la Federación ningún tipo de queja sobre los últimos encuentros. La actitud del Oviedo ha sido ejemplar desde la primera jornada, consideran desde la entidad azul. Ahí está el partido de Tenerife. Tras una actuación del colegiado claramente perjudicial, las reflexiones de Hierro siguieron la pauta marcada desde agosto de respeto y contención.

A estas alturas de la temporada parece meridianamente claro que Fernando Hierro es el protagonista absoluto del proyecto azul. Dirige y lleva la voz cantante. Ha sido él el que ha expresado el malestar con ciertas decisiones en las últimas semanas. Su relación con los árbitros, incidentes concretos al margen como el descrito ante el UCAM, siempre ha sido desde la educación. De hecho, el técnico aún no ha sido amonestado en lo que va de temporada.

La figura de Hierro, con un poso importante en el fútbol español, impone a los árbitros, que en ocasiones prefieren evitar el diálogo con el técnico. Se vio al descanso del partido de Tenerife: la conversación fue imposible. Pero queda la sensación de que los colegiados sí se ensañan con otros miembros de la expedición azul. En Tenerife por ejemplo, el colegiado amonestó a Gabri Díaz, fisioterapeuta, por una supuesta protesta. Estaba sentado en su lugar correspondiente y no había levantado la voz. En Lugo fue Linares el que se llevó la amarilla desde el banquillo. Fue un detalle que molestó profundamente al cuerpo técnico.

En otras ocasiones, los detalles llegan antes incluso de iniciarse el choque. A Christian Fernández, entregado zaguero, ya ha habido más de un árbitro que le ha advertido de su fogosidad antes de que la pelota empezara a rodar. Son cosas que no gustan en el vestuario.

Pero las directrices son claras en el club y en la intimidad del vestuario. Toca mirar hacia adelante. El lamento ya está hecho y solo se espera que la mala fortuna con las decisiones de las últimas semanas cambie pronto. Con ocho jornadas por disputarse, nadie en la entidad quiere desviar el foco. Se trata de ganar al Huesca y cerrar cuanto antes el paso al play-off.

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