Saúl Berjón no necesita grandes lujos para estar feliz. Le vale con estar en el bar de su madre charlando con su gente; le vale con salir a tomar algo por el barrio con sus amigos de siempre; le vale con echar unas partidas a la Play Station o con pasar una tarde viendo unos cuantos capítulos de "Prison Break", la serie que tiene enganchados actualmente a muchos futbolistas del Oviedo y que va, a grandes rasgos, de un tipo que elabora un plan para sacar a su hermano de la cárcel, acusado de falso asesinato.

Saúl es un tipo sin extravagancias que se conforma con lo cotidiano, que son esas cosas que puedes hacer sin ser necesariamente futbolista de élite. Su apabullante naturalidad se nota, primero, en su forma de hablar: directa y sencilla, sin arduos rodeos ni aburridos discursos. Ayer se pudo comprobar en los dos balcones a los que se asomó para comentar la actualidad: la rueda de prensa semanal en El Requexón y una tertulia en la RPA. Saúl, generalmente escueto en sus respuestas, dice lo que piensa con espontaneidad, quizá porque cuando le toca hablar de su vida actual le toca hablar, inseparablemente, del Oviedo. Y aquí le pide paso el corazón: "Es un sueño jugar en tu equipo. Estoy en el momento más feliz de mi vida, encantado de estar aquí, en el mejor sitio posible", señaló ayer en la radio autonómica. El corazón no engaña.

A sus 30 años, 31 en menos de un mes, Saúl ha encontrado el sitio en el que quería hace mucho tiempo estar. El pasado verano ya deseó vestir de azul, pero la oferta oviedista no se llegó a concretar porque apareció otra "irrechazable" de México que, de un día parra otro, tuvo que aceptar.

Como Michu, es un aficionado del Oviedo jugando en el Oviedo que sueña en azul y que siente en azul. Cuando no está en el campo, está en la grada. Y ese punto de pasión que da el sentimiento quizá sirva para contrarrestar su complicada puesta a punto. Llegó en enero después de 40 días entrenando en solitario, yendo a correr en solitario, y después de un año sin apenas minutos ni en el Pumas mexicano -donde estuvo el primer semestre de este curso- ni en el Eibar (donde apenas participó la segunda vuelta de la temporada 2015-2016). Aterrizó hace cuatro meses por el Tartiere como la esperanza de un equipo entonces en horas bajas y en plena sangría a domicilio, cuajó un sensacional debut en casa frente al Elche y, cuando pasó el subidón, él comenzó a sufrir. "Venía de mucho tiempo parado y al principio me frustraba, pero ahora voy cada día mejor. Voy a llegar lo mejor posible al final. Es lo más importante", relató.

Sabe Saúl Berjón que todavía no está en su punto, que su mejor versión está por llegar. "Por cómo me conozco", confiesa, "me falta un poquitín. Me falta esa chispa de velocidad que yo tengo, pero desde hace dos o tres semanas vengo mejorando y cuando menos te lo esperas estás otra vez a tope. Cada día voy a mejor y voy a llegar lo mejor posible en el mejor momento", insistió. Saúl se exige más, por eso de su boca sale repetidamente la palabra mejor y el verbo mejorar. Para eso trabaja. Confianza, de momento, no le falta: ha disputado 15 partidos, 13 de ellos de titular. Desde mitad de enero, sólo se ha perdido un partido, frente al Girona, por la lesión que sufrió en Vallecas. Suma un gol, el anotado en frente al Mirandés en la última victoria azul fuera de casa.

Tímido ante la cámara y muy familiar, Saúl se sigue moviendo en su círculo de siempre. Le gusta pasar tiempo en el bar que su madre regenta en el centro de Oviedo -donde se creó esta semana su peña- y sale con los amigos que echó en el fútbol cuando era niño e idolatraba a Ronaldo Nazario. Todavía sigue contestando cuando le llaman Turu, mote que alguien le puso cuando jugaba en el Covadonga por su parecido en el campo con el Turu Flores, exfutbolista, entre otros equipos, de Las Palmas. Le gusta ver fútbol, no lee Prensa y tampoco retransmite su vida en las redes sociales, tan de moda entre sus colegas futbolistas en estos tiempos del directo y del like. Sólo tiene una cuenta de Instagram, accesible solo para sus amigos.

La vida futbolística de Saúl Berjón es la vida de otras tantas promesas carbayonas que, casi en pañales en esto del balón, tuvieron que emigrar para buscar fuera de Oviedo el fútbol profesional, víctima como fue de la etapa más negra de una entidad que se precipitó por el desagüe en el momento en el que a él le tocaba crecer. Currante del fútbol, marcado por entrenadores como Paco Jémez, Julio Velázquez o Garitano o compañeros como Thiago o Nolito (con quienes coincidió en el Barça B), pasó por todas las categorías, de Tercera a Primera, donde debutó con el Eibar. El verano pasado se fue al Pumas mexicano, etapa de mal recuerdo para el ovetense: en su debut tuvo que ser sustituido en el descanso porque le dio un mal de altura y, después, sólo jugó tres partidos de titular y fuera de sitio: le llegaron a poner en la posición de mediocentro.

Hoy, de vuelta a Oviedo, a su Oviedo, Saúl, primo del futbolista Adrián Colunga, es un tipo feliz que disfruta en su equipo y que tiene un sueño: ascender a Primera División. Con ello sueña, pero pensar piensa sólo en el Levante. "Intentaremos ganar, será un partido de Primera División. Vamos a fastidiarles la fiesta". Palabra de Saúl Berjón.