Antes de cada jugada de estrategia en contra, se repite en el banquillo del Oviedo el mismo ritual. Julián Calero, segundo de Hierro, se levanta como un resorte, apura el espacio del área técnica y gesticula de forma llamativa. Las acciones a balón parado en contra están estudiadas al dedillo, las órdenes de Calero sirven como activación, como aviso ante lo que se avecina. Hasta hace poco, las jugadas de estrategia habían sido uno de los puntos fuertes del Oviedo, un importante punto de apoyo en ataque, pero ahora la suerte parece haber cambiado. Hierro deslizó en la sala de prensa del Ciudad de Valencia su preocupación al respecto y ayer fue Rocha el que incidió en el tema: "Trabajamos mucho el balón parado y somos fuertes, pero últimamente nos está penalizando". Los tres goles recibidos en acciones de esta naturaleza en las tres últimas semanas son una losa demasiado pesada para un equipo que quiere ascender: son la causa de que el equipo se haya caído de la zona de promoción.

La efectividad azul a balón parado está fuera de toda duda cuando se trata de las acciones ofensivas. Con 8 goles anotados de esta forma, lo de Hierro son el segundo equipo con más aciertos. Solo les supera el Girona, que lleva 12 goles en acciones de estrategia. El dato sorprende aún más si se tiene en cuenta el número de remates azules a balón parado (58). Solo Córdoba (56), Tenerife (52) y Zaragoza (50) han rematado menos.

El planteamiento está cambiando cuando se centra el análisis en el aspecto defensivo. La fortaleza que el equipo ha mostrado en buena parte del año parece haberse evaporado en abril. De los cuatro últimos goles recibidos por el Oviedo, tres han sido en jugadas de estrategia.

El inicio de la mala dinámica se sitúa en Lugo, en la 34.ª jornada de Liga. El Oviedo había saltado al Anxo Carro con buen pulso, espoleado por los 2.500 seguidores azules desplazados a tierras gallegas. Un zurdazo de Toché allanó el camino y empezaron los mejores minutos de los azules. Pero cinco minutos antes del descanso, una acción cambió el rumbo del choque.

Fue una falta lateral, cerca del centro del campo. Campillo, el hombre elegido para lanzar este tipo de acciones, optó con jugar en corto, con Fede Vico. El zurdo la puso en el área, a la zona donde apareció Calavera, lateral incorporado. El zaguero cabeceó al centro del área, el lugar preferido del matador Joselu. El ariete firmó un tanto que supuso el punto de inflexión: la cita acabaría con un 2-1 para los gallegos.

Apenas cinco días después se repitió un error similar. El Oviedo se había adelantado a balón parado, gracias a un cabezazo de Costas. El empate, ya con los azules con diez, llegó en una acción similar. Ferreiro centró desde el lateral y Carlos David, fornido central, se adelantó a Juan Carlos para cabecear a gol. El empate impidió despegar al Huesca.

El último capítulo se vio el sábado, en Valencia. Esta vez fue en un córner. Centró Campaña y Postigo, otro central, remató sin oposición. Juan Carlos no pudo evitar el 1-0, en el momento en el que el Oviedo se estaba empezando a sentir cómodo en el terreno de juego. El equipo reaccionó, tuvo algunas oportunidades, pero fue incapaz de acertar. Otra vez, el balón parado le había dado la espalda al equipo.

Hierro ya ha mostrado su preocupación, especialmente por el momento de la competición en el que han llegado los despistes. El vestuario también es consciente del problema. El viernes será el Alcorcón el que ponga a prueba la concentración. El conjunto alfarero ha hecho cinco goles en jugadas de esta naturaleza (es el 13.º en la competición) y ha rematado a balón parado en 65 ocasiones. El cuerpo técnico ya trabaja en el estudio del rival, con un capítulo especial dedicado a la estrategia de los alfareros.