Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que el Oviedo descansaba por semana en un mullido colchón. Fernando Hierro, veterano en estas lides, nunca se fío de estos datos: "No quiero saber nada de colchones. No sabemos qué pasará dentro de un mes". La sentencia ha sido premonitoria. El peor momento de confianza y resultados del Oviedo en los últimos meses le ha hecho ir perdiendo ventaja hasta sacarle de los puestos de play-off. El último mes y medio ha mostrado a un equipo con menos diente, más frágil en defensa y con pocas alternativas al plan inicial. Las cinco semanas que quedan de competición conceden tiempo para la reacción pero el Oviedo está obligado a mejorar en diversas áreas.

El rendimiento fuera, eterna promesa de mejora. Los partidos a domicilio están lastrando la trayectoria del Oviedo en la temporada. Anduva, en febrero, parecía poner fin a la mala dinámica pero aquella victoria (0-2) no ha tenido continuidad. El equipo acumula seis semanas sin ganar y suma cuatro derrotas consecutivas fuera. Es cierto que algunos tropiezos admiten matices. El equipo estuvo más que bien en Tenerife. También fue valiente en el inicio de Lugo o tras el gol del Levante, dos citas en las que se echó de menos más regularidad. Tarragona, Córdoba y Elche son los tres desplazamientos que quedan de temporada para el Oviedo. Ya no vale una buena imagen, deben llegar los resultados.

Diversificar el camino al gol. La sensación de dependencia en Toché se puede generalizar a toda la temporada: el murciano no es un futbolista más, su influencia en el juego del equipo es ingente. Se ha visto en el último mes y medio, en el que el Oviedo ha hecho cuatro goles (0,6 por encuentro) y ha echado en falta más pólvora, una de sus señas de identidad. De esos cuatro goles, Toché ha anotado dos y Costas y Borja Domínguez los dos restantes. El ariete lleva 15 goles de los 40 del equipo (el 37,5% del total). Le sigue Linares con 7 tantos y el siguiente es David Costas, ya con 3. La diferencia entre el murciano y sus compañeros es llamativa. El Oviedo necesita sumar agentes para el gol para recuperar la frescura ante el arco rival y recuperar el camino del triunfo.

Reparar las grietas en el muro. Dentro de la irregularidad mostrada por el Oviedo, la solidez defensiva se puede ensalzar como una de sus señas de identidad. En las seis últimas semanas, el equipo ha atravesado problemas en su área. No se ha desangrado como a finales de 2016, pero sí se ha mostrado inseguro: ha recibido 6 goles, 4 de ellos a balón parado (con el penalti de Tenerife). Volver a cerrar la meta de Juan Carlos es un presupuesto básico para recuperar la fe.

Evitar ausencias. La parte positiva de una plantilla amplia es que siempre tienes recursos para solventar los problemas. Pero hay piezas que son muy difíciles de sustituir. El Oviedo ha perdido en las últimas semanas a Borja Domínguez, por ejemplo, un centrocampista de condiciones irrepetibles. En encuentros como el de Alcorcón se le echó de menos: es especialmente útil cuando el rival cede la pelota. Las sanciones a Verdés, Christian o Susaeta en choques importantes han obligado al malagueño a tirar de improvisación. Tener fortuna con los lesionados y sancionados parece fundamental en el tramo final.

Abrir el abanico. Contar con 25 hombres también entraña riesgos. La inactividad de una parte de la plantilla es el más evidente. Hierro quería un fondo de armario amplio para solventar los problemas pero no todos le ofrecen soluciones. Hay futbolistas que no cuentan desde hace meses: Pereira, Ortiz, Héctor (que aún no ha debutado), Vila o Gil. La plantilla de 25 se ha reducido a una de 20. Mantener a todos enchufados puede repercutir positivamente.