El día que Mallory Stack estaba empeñada en ser abogada ni se le pasó por la cabeza que su primera gran experiencia laboral sería en un club de fútbol. Ahora lo de abogada ya nada. Ahora, después de terminar Empresariales en una universidad de Utah (EE UU) y de conocer por dentro el Oviedo, Mallory lo tiene claro: quiere trabajar en algo que abarque deporte y negocio, que en el caso del fútbol (del fútbol profesional, se entiende) viene un poco a ser lo mismo.

Mallory tiene 24 años y trabaja en el Oviedo como becaria. Es la primera que tiene el club en su departamento social. Su contrato, como el de algún que otro futbolista, se acaba a finales del próximo mes, quién sabe si con el equipo en Primera División. "Ojalá, ojalá. Vamos a subir. Tengo fe y esperanza", dice.

Esta chica americana, que viene de la Universidad Brigham Young University de Utah (con quien el club azul tiene un acuerdo de colaboración), se expresa perfectamente en inglés y no tiene problemas ni para entender ni para explicar las cosas.

- ¿Y qué hace en el club?

-Trabajo en el área social. Hago notas de historia, visitas al museo, traducciones de las cosas al inglés, asuntos relacionados con redes sociales, ayudar en las visitas en las peñas...

Mallory, como cualquier becario, hace muchas cosas distintas. Y está encantada. Encantada y sorprendida. "No pensé que hubiera tanto trabajo en un club de fútbol. No sabía que había tantas cosas que hacer. Hay mucho detrás de un partido del domingo", asegura.

Su jornada de trabajo, cuenta, es flexible. Si no hay ninguna peña a la que ir o ningún acto especial que organizar, entra a las 10.30 horas y se va a las 14.30, y luego vuelve a las 16.30 y se va a las 19.30. El horario, en realidad, es lo de menos. Como si fuera todo el día. "Para mí fue siempre un sueño estar en un club de fútbol. Es algo que no pasa todos los días, por eso estoy feliz", explica la chica en El Requexón.

Mallory habla en plural, dice palabras como fe y esperanza ahora que el equipo se la juega en Córdoba, y también asegura que es una sufridora más. Antes de que en su universidad la seleccionaran para hacer las prácticas en el Oviedo, había oído hablar del club azul "un poco", seguramente por la histórica y universal ampliación de capital de 2012. Ahora, sin embargo, ya es una oviedista más. "Una de las cosas que más me ha sorprendido es la pasión que hay alrededor de este equipo. Es increíble y alucinante. Muchos no lo entenderían", sostiene con una sonrisa.

Quienes sí lo entienden, o al menos eso pareció ayer, es el grupo de chavales que visitó El Requexón. Son de la misma universidad de Mallory y se presentaron ayer en las instalaciones azules en un autobús ataviados con camisetas del Oviedo (había blancas, negras y azules). Al final de la sesión, después de seguirla a pie de campo, posaron con los jugadores y el cuerpo técnico. Mallory hizo, cómo no, de anfitriona.

Esta chica de pelo claro y voz tenue, que vivió en México dos meses y que fue misionera en Chile durante un año y medio (allí aprendió español), llegará en verano a su casa y hablará a su gente del Oviedo. "En realidad lo hago ya", matiza. Les cuenta eso, que aquí se vive todo con mucha pasión, que un club de fútbol es por dentro mucho más grande y mucho más complicado de lo que puede parecer por fuera, que no tiene a ningún futbolista favorito porque son "todos agradables" y que de Oviedo, la ciudad, lo que más le ha impresionado ha sido "la limpieza".

Mallory se irá con la experiencia de trabajar en un club de fútbol, que podrá compartirla con el becario que se espera para el próximo mes, de la misma universidad americana que ella.