El partido tenía diferentes lecturas. Estaba la visión deportiva, la que decía que al Oviedo aún le quedaban algunas opciones, escasas, de meterse en el play-off de ascenso a Primera. Necesitaba ganar y esperar. Parecía, por lo que se pudo ver desde el calentamiento, que quedaría en segundo plano. Pocos creían que los azules llegarían a la última cita con opciones. Los pitos de los más madrugadores dirigidos al equipo hacían presagiar una tarde de críticas. Y así fue. En un ambiente crispado, con la peor entrada del año (sólo 8.703 espectadores), las buenas noticias llegadas desde otros campos (tropiezos de Valladolid y de Huesca) hicieron que la atención se fuera repartiendo en más plazas. Fue una tarde extraña, la que dejó un 1-0 que mantiene una rendija a la esperanza: el Oviedo llega a la jornada 42.ª con vida. Lo que no evitó que los futbolistas fueran despedidos con una intensa pitada.

La crítica generalizada se confirmó cuando, doce minutos antes del comienzo del choque, desde la megafonía se anunciaron los onces iniciales. Aparecieron los pitos cuando cada futbolista fue presentando públicamente. Sólo hubo una excepción, un nombre al que le siguieron los aplausos. Fue Esteban, en el que podría ser su último choque en el Tartiere: termina contrato el 30 de junio, como algunos de sus compañeros.

Los silbidos volvieron a imponerse cuando los jugadores se dirigieron hacia el centro del campo para cumplir con el saludo protocolario a sus seguidores. El juicio del Tartiere había quedado claro. El inicio del choque se demoró más de la cuenta. Tanto la pasada jornada como la del próximo fin de semana se juega en horario unificado así que el árbitro se afanó en que no se produjeran dilaciones y desfiló con los dos equipos hacia el centro del campo 10 minutos antes de las 8 de la tarde. Una vez iniciado el choque, los pitos se centraron especialmente en la figura de Erice, capitán del equipo.

El divorcio de la afición con los futbolistas había quedado claro. Más aún cuando superados los 20 minutos de juego, el grupo Symmachiarii desplegó una pancarta sobre el fondo norte que decía: "14/03/2016. De aquellos barros, estos lodos". La fecha se refiere al día en el que Sergio Egea dejó de ser entrenador del Oviedo por desavenencias con el vestuario. Aquella dimisión significó el inicio de la cuesta abajo de los azules en la competición, en un final que dejó el regusto más amargo que se recuerda. Para algunos aficionados, el problema nunca llegó a resolverse al mantenerse en el equipo una parte de aquella plantilla. Algunos minutos después de desplegar la pancarta, Symmachiarii inició un cántico entonado por una parte importante del Tartiere: "¡Sergio Egea!". La referencia al técnico fue seguida desde el mismo fondo por otros cánticos de rechazo a miembros del conjunto azul: se escucharon el "¡Robles, vete ya!" y el "¡Erice, vete ya!".

Con la atención fijada en el descontento con la plantilla, llegó el gol de Christian Fernández, en un intento de centro que se acabó colando en la red. Para añadir dosis de emoción con las que nadie contaba, los resultados de otros estadios sonreían: el Valladolid perdía 2-0 en Reus y el Huesca no pasaba del empate ante el Numancia. Al descanso, el Oviedo estaba vivo en la lucha por el play-off. Casi sin pensar en ello, el aficionado empezó a echar un ojo al móvil.

En la segunda mitad, la atención se dirigía a varios escenarios. Reus y Huesca ganaban importancia en la lista de preocupaciones azules. La crítica al equipo siguió viva, pero se abría una rendija a la esperanza con los resultados de la jornada. Enfilando el último cuarto de hora, las calculadoras echaban humo. El Valladolid perdía en Reus y el interés era saber si el Numancia sería capaz de arañar al menos un punto de Huesca. Eso y que el Sevilla Atlético no empatara. A cinco minutos del final, Symmachiarii desplegó su segunda pancarta. Decía: "Un buen capitán nunca hunde su barco".

El Oviedo resistió y los resultados se mantuvieron. La vista se fijó en los móviles para consultar la tabla clasificatoria. Toca semana de cálculos, de hipótesis, de números. Queda una pequeña rendija a la esperanza y aunque mínima, en el mundo del fútbol todo es posible. Eso sí, el desenlace, mejor del esperado de antemano por la mayoría, no evitó que los futbolistas se fueran del campo con una pitada por parte de sus aficionados.