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"Por fin alguien como Dios manda"

Medio millar de oviedistas aclaman en el Tartiere al técnico, impresionado con la repercusión de su llegada a la ciudad

Anquela saluda a los aficionados. IRMA COLLÍN

Hace un tiempo, en uno de estos test rápidos de respuesta monosilábica de la Liga, tipo playa o montaña, a Juan Antonio Anquela se le pidió que se definiera con tres adjetivos. Contestó con dos y con una idea, así: "Honrado, trabajador e ir de frente".

Ayer, en su primer día ejerciendo de entrenador del Oviedo, el técnico jienense transmitió la sensación de un tipo normal que tiene ganas de trabajar a gusto y que se enfrenta, a sus casi 60 años, al que quizá sea el mayor reto de su carrera en los banquillos. Anquela abraza la oportunidad azul con la misma naturalidad con la que abrazó y besó ayer a Lucas Fernández, tres años y camiseta del Oviedo, que es también la misma naturalidad con la que el oviedismo se ha vuelto a ilusionar. Con Anquela hay una balsámica sensación de unanimidad entre la afición. Los de las redes y los de las no redes están mayoritariamente a su favor. "Por fin alguien como Dios manda", se escuchó ayer entre los 500 oviedistas que le aclamaron en la grada. "Suerte y bienvenido, confiamos en ti", añadió un seguidor. "A ganar al Sporting", avisó otro. Esta vez la estrella está en el banquillo y de las estrellitas, ya lo dijo, no quiere saber nada: las bajas de los futbolistas actuales las decidirá el club.

El Oviedo le ha dado trato de estrella desde el principio, como corresponde al encargado de materializar el sueño del ascenso a Primera. Intentó ocultar su llegada metiéndole el domingo al hotel por el garaje, como sólo se hace con los más grandes, y ayer le diseñó una jornada completa de presentación que empezó en el Tartiere y acabó en el campus.

Anquela, traje oscuro, camisa blanca y gafas de pasta, nada de corbata como Jorge Menéndez Vallina, ayer cumpleañero presidente, compareció ante los medios con lección aprendida: citó a Arturo Elías y a Carso en su primera respuesta y elogió a la afición y a la ciudad en la segunda. En la sala de prensa había exactamente 53 personas, presencia masiva de periodistas que, dijo, es lo que más le ha impresionado de sus primeras horas en la ciudad. Aquí una coincidencia: lo mismo dijo en junio de 2012, cuando fue presentado como entrenador del Granada al lado de Enrique Pina.

En la sala le escuchaba todo el staff del club, desde Joaquín del Olmo, hombre de Carso en Oviedo, hasta el director deportivo Ángel Martín González, pasando por el gerente David Mata, el director de Relaciones Institucionales César Martín o el médico Manolo Rodríguez. También su representante, Luis Alonso. Escucharon una comparecencia espontánea, a veces sentida, siempre inteligente: evitó pronunciar la palabra ascenso para no pillarse los dedos. En una ocasión se refirió al club como "empresa" y dijo una realidad: que el Oviedo, a pesar de tener detrás a Carlos Slim y su evidente poderío económico, mira hasta el último euro. Mensaje subliminal para negociaciones abiertas.

Anquela, tipo más de montaña que de playa, enamorado de Jaen (su tierra natal), de la película "El Padrino" y de la paella, lleva 20 años en los banquillos. Hace once días, en la previa del partido en Getafe, dijo en Huesca que no había hablado con el Oviedo y que no sabía nada. Hoy no sólo es el entrenador azul, sino que es el líder que ha devuelto la ilusión al oviedismo.

"¿Una canción?", le preguntaron en el citado test. "Money for nothing" (dinero por nada), de Dire Straits. El oviedismo espera ya su música.

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