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Aquel bautismo goleador en El Sotón

"Allí volví a nacer como futbolista", recuerda Cervero tras recibir del Lenense la escuadra de la portería donde marcó cuatro tantos en 2003

Cervero posa con la escuadra en las Instalaciones Tensi. N. A.

El obsequio era simplemente un trozo de metal con una pequeña placa y, sin embargo, logró emocionar al homenajeado. "Es el mejor regalo que me han hecho nunca", confiesa Diego Cervero, orgulloso del presente. El Lenense le hizo entrega el pasado jueves de la antigua escuadra de la portería de El Sotón, el campo en el que el delantero anotó cuatro goles el 2 de noviembre de 2003. Era su estreno goleador con el Oviedo en el partido que cambió su vida deportiva. El ariete narra para LA NUEVA ESPAÑA la intrahistoria de aquella tarde. Un partido con mucha miga.

Con un pie fuera.

"La semana no había sido sencilla. No estaba contando mucho para Rivas, aún no había marcado ningún gol, y esa semana hablé con el míster y con Pedro Luis, su segundo, sobre la posibilidad de salir cedido para que no se cortara mi progresión. Como estaba estudiando Medicina tenía la posibilidad de irme al Universidad. Creo que incluso llegué a hablar con Pulgar, su entrenador. Pero esa semana vi durante los entrenamientos que iba a jugar de titular. Que iba a tener otra oportunidad. Y a ella me agarré. Estaba lloviendo y podría haber barro en el campo del Lenense. Sabía que se me abría una puerta".

El barro le hace titular.

"Rivas decide sacarme de inicio. Jugamos con dos delanteros y formo con Aitor Aldeondo en la punta de ataque. El campo está mal, pesado y con barro, pero me adapto bien. Sé que es mi oportunidad. A los 8 minutos se lesiona Aldeondo y sale Omar, pero en realidad no cambia nada. Seguimos con dos en punta. Me acuerdo que en los entrenamientos Rivas insistía mucho en que tenía que tirar más a puerta. En que tenía que intentarlo".

Estreno goleador.

"Le hago caso a los 24 minutos. Estoy en la frontal y decido probar: el balón bota un par de veces, yo creo que se complica por el barro, y acabo entrando. Siento una liberación y me vuelvo loco de alegría. Había cinco filas de los nuestros, de azul, y lo festejó con ellos. Poco después tengo otra oportunidad, fácil, en un rechace pero la pelota se va al palo porque me relajo al chutar. Tenía que haber marcado. Recuerdo llegar al descanso, con el 0-1, y estar contento por el gol, pero a la vez fastidiado porque podía llevar dos".

La explosión en la segunda parte.

"Mi segundo gol llega en una jugada un poco extraña porque en un córner decido quedarme en el segundo palo cuando siempre entro al primero. Hay un rechace, levanto el balón y lo empujo a la red. El 0-2 tranquiliza las cosas. Sabíamos que no íbamos a fallar a la gente. El tercero es ya en la recta final, después de un robo en la izquierda. Encaro y defino al palo corto, como siempre hago. El cuarto es un golazo, a los 89'. Me encontraba muy bien físicamente. Recibí en el centro de campo de Jandro y me la eché larga. ¡No tengo ni idea de dónde surgió la idea! Me fui en carrera y definí algo cansado, pero la pelota entró. Jandro me dijo que cómo iba a fallar con el gran pase que me había dado. El 0-4 sirve para cerrar el partido. Ganamos con solvencia y todo el mundo me da la enhorabuena. La gente en la grada lo celebra con rabia. Así era cada victoria de aquella 2003/2004".

Los aplausos.

"En una acción del partido me golpeé con otro defensa y me hice una brecha en la ceja. Me pusieron una venda, estilo Herrerita, para acabar el partido y al final, ya en el vestuario Barreto (el fisioterapeuta del equipo) me cosió. Como me estaban atendiendo llegué al autobús el último, cuando todos mis compañeros ya estaban dentro. Subí las escaleras y me recibieron con una ovación increíble. Vivir eso a los 20 años fue algo inolvidable. ¡Nunca me había pasado! Aquel partido fue un punto de inflexión. Hasta entonces era uno más, no demasiado conocido, pero el titular de la crónica de LA NUEVA ESPAÑA fue: "Cervero se salió". Llegué el lunes a la facultad de Medicina y allí estaban mis compañeros esperándome con el periódico abierto. No sé qué hubiera sido de mí como futbolista sin aquellos cuatro goles".

Su abuela e Interviú.

"Aquella semana la revista Interviú había venido a El Requexón a hacer un reportaje del Real Oviedo a nivel nacional. Creo que se titulaba "Volver de los barrizales", o algo similar. Eran 4 páginas dedicadas al equipo y, después de mis goles, una iba dedicada íntegramente a mí. Me hicieron unas 100 fotos en El Requexón algunos días después del partido de El Sotón, aunque después solo publicaron una. A sus 90 años mi abuela, que vivía en Orense, encargó cinco números de aquella revista y todos los días preguntaba en el quiosco cuando llegaba la Interviú. Ante la curiosidad del quiosquero, que no salía de su asombro con la insistencia, mi abuela tuvo que explicarle que era por un reportaje de su nieto".

La magia de El Sotón.

"Aquel partido me cambió la vida. Fue un antes y un después en mi carrera, lo tengo claro. Rivas me dijo que me olvidara de irme al Uni, que me quedaba toda la temporada en el Oviedo. Le guardo un cariño enorme a El Sotón y al Lenense y por eso me emocionó su detalle. Lo pondré en el salón de casa, bien visible. Cada vez que paso delante de El Sotón, camino de Madrid, aplaudo desde el coche. Lo hago siempre. Hay gente que tiene un accidente y dicen que han vuelto a nacer. Yo volví a nacer como futbolista en El Sotón".

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