En el verano de 2010, Javi Rozada (Oviedo, 1982) entrenaba a la selección asturiana alevín. En un torneo en Madrid, su equipo quedó encuadrado con varias de las favoritas. Era el denominado "grupo de la muerte". El técnico detectó que la principal virtud de sus chavales radicaba en la defensa y, en torno a ella, planteó los partidos. Cayó eliminado en la fase de grupos tras finalizar todos sus partidos con empate a cero. Su equipo, netamente inferior al resto, había logrado, sin embargo, competir contra selecciones de primer nivel como Navarra o Aragón y no encajar ningún gol. Esa competitividad y capacidad de exprimir sus recursos es la que tendrá el Vetusta a partir de esta temporada.

El Oviedo anunció ayer otro cambio importante en la estructura de su cantera. La era post-Robles se inicia con el nombramiento de Rozada como entrenador del filial, sucediendo a Luis Arturo. El nuevo entrenador, con propuestas de Segunda B, ha preferido apostar por el proyecto azul como técnico del segundo equipo. Le acompañan en la aventura Alberto Martínez, segundo y preparador físico, y Manuel Álvarez, preparador de porteros.

La intensidad en sus equipos es la que define la carrera de Rozada en los banquillos, una trayectoria marcada necesariamente por su paso por el Lealtad. Allí, en el conjunto de Villaviciosa, fue donde fraguó su nombre como entrenador. Y donde cosechó grandes éxitos. Llegó en el verano de 2013 a un club que, de la mano de su presidente Pedro Menéndez empezaba a respirar tras haber visto de cerca el fin de sus días. El objetivo en la 2013/14 era competir, sin otra meta más allá de la de buscar su lugar en la Tercera asturiana. El Lealtad logró acabar primero contra pronóstico y el ascenso se consumó en una agónica tanda de penaltis ante el Puertollano.

Ya en Segunda B, Rozada logró mantener la categoría en la última jornada de la 14/15. Al año siguiente, el equipo de Les Caleyes firmó el mejor resultado de su historia: 10.ª, con 48 puntos. Rozada entendió que se había cumplido un ciclo y anunció su marcha. Contó con algunas propuestas de Segunda B, e incluso el Atlético de Madrid sondeó su fichaje para la cantera, pero finalmente se tomó un año de descanso.

Rozada aprovechó su año sabático para ver de cerca el trabajo de uno de sus técnicos más admirados: el Cholo Simeone. También estuvo en Villarreal analizando los entrenamientos de Escribá. Sus referentes en los banquillos definen su estilo. Es seguidor de Unai Emery y de Marcelino García Toral, al que le une una buena relación gracias a su paso por el Lealtad.

Antes de Villaviciosa, Rozada había dado sus primeros pasos en el Covadonga alevín (con tan solo 24 años), la selección asturiana alevín y el Oviedo cadete. Quemó etapas a un ritmo imparable hasta encontrar su oportunidad en Tercera. Y esa oportunidad no la dejó escapar.

Licenciado en Derecho, el ovetense da preferencia a los banquillos que a la toga y quiere crecer como entrenador de la mano del conjunto azul, en un escenario que le supone un extra de motivación por razones sentimentales. Basta un ejemplo: en la ampliación de capital de 2012, Javi Rozada se convirtió en uno de los "mil de mil", al invertir mil euros para hacerse con 100 participaciones.