Sábado, once y cuarto de la noche. Llueve en Gotemburgo. Una de esas tormentas de verano de gotas compactas y pesadas. Suerte que me encuentro bajo el techo de una marquesina. Espero pacientemente un tranvía cuando, de repente, tenso el cuerpo y sujeto con fuerza el móvil. En la pantalla, veo una bota amarilla golpear sutilmente un esférico. El balón entra en la red y el teléfono casi se me escapa al suelo. Celebro el gol de Saúl Berjón.

A mi alrededor, seguro que algún sueco libre de contagio por la pasión fútbol encontró la situación extraña. Pero, es lo que tiene esta aldea global donde vivimos. Nos permite percibir al instante casi cualquier hecho a pesar de su lejanía en el espacio. No hay distancias.

Me subí al tranvía. Ilusión alta, expectativas cumplidas. Este Oviedo funciona. Seguro que hoy ganamos, intuí. Sin embargo, dos minutos después, antes de llegar a la siguiente parada, pude ver a través de la pantalla del teléfono cómo la misma pelota acababa de nuevo en las mallas. Pero, esta vez, en la portería de Juan Carlos. Uno a uno, empate. No duró mucho la alegría. Tanto como mi pronóstico de victoria.

Ya lo dicen los estadísticos de la web americana FiveThirtyEight.com. "El fútbol es un deporte difícil de predecir. A menudo los equipos logran buenos resultados habiendo practicado un mal juego, y viceversa". Su vaticinio para el Oviedo, como ya publicaba LA NUEVA ESPAÑA, puesto 14 en la Segunda División con 55 puntos. Tras dos partidos y un solo empate, cualquiera podría apuntar que el método de FiveThirtyEight.com va bien encaminado en cuanto a las posibilidades carbayonas para esta temporada.

Sin decirlo muy alto (mi pronóstico en el tranvía no demuestra mi habilidad para las predicciones), apuesto que el equipo de Anquela desafiará el cálculo. Bandas incisivas, mediocampo prometedor y, sobre todo, precisamente, un equipo. Las sensaciones invitan a creer. Pero, quién sabe, quizá lo más sensato sea reducir las expectativas y hacer caso a los expertos americanos. Al fin y al cabo, su mensaje llega a nosotros gracias a esta aldea global que cada día invade más nuestras vidas.