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Miradas oviedistas en la calle Mon

Van cuatro jornadas y no es una locura afirmar que el oviedismo está rendido a los pies de Anquela

Ya sabemos que en el mundo del fútbol todo va muy rápido. Nadie está a salvo. Un héroe se puede convertir en villano en dos días (que se lo digan a David Fernández) y los entrenadores siempre corren el riesgo de verse de patitas en la calle tras una mala racha de resultados. Pero aunque esto sea obvio, qué bendición que Anquela sea el entrenador del Oviedo. Había que decirlo. Solo van cuatro jornadas y no es ninguna locura afirmar que el oviedismo está rendido a sus pies. Amor a primera vista que se podía intuir, ya que Anquela tiene todo lo necesario para enamorar a esta ciudad. Para empezar, es un buen paisano, virtud prescindible en un entrenador, pero algo que siempre se ha valorado mucho en Oviedo. Lo sabe bien Egea, que se ganó a todo el mundo por su cercanía y sencillez más que por su calidad como técnico. Anquela, además de vestirse por los pies, es un entrenador como la copa de un pino. Que casi toda la carrera del jienense haya sido en Segunda con tanto entrenador simplón en lo más alto sirve para contrastar que esto del fútbol es más suerte que otra cosa. El Oviedo tiene su sello: es un equipo intenso, combativo y valiente. Esa última cualidad, la valentía, es digna de ensalzar en estos tiempos en los que predomina el fútbol rácano y el cerocerismo de algunos entrenadores acobardados que con sus miedos hacen peor este deporte. Anquela transmite constantemente ganas y ambición de superarse, algo fundamental en un equipo que viene de donde viene.

Del derbi ya se ha dicho casi todo, así que solo un pequeño apunte: la noche ovetense del sábado fue azul. En la calle Mon abundaban las miradas cómplices oviedistas. Que nadie se engañe: no celebrábamos un empate en El Molinón, más bien se palpaba la ilusión que demuestra que el oviedismo está más fuerte que nunca y se cree capaz de todo.

Y como esto no para el siguiente en llegar es el Cádiz. Un partido con morbo por los duelos pasados y una oportunidad de dar un golpe encima de la mesa ganando al líder. Pocas formas se me ocurren de empezar mejor San Mateo. Como aperitivo al partido, los oviedistas tuvimos ayer una cita en el ayuntamiento con el gran Sid Lowe, flamante pregonero de este año. Sid merece presenciar una victoria el domingo; manos a la obra.

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