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Ese brazalete nos representa

Sobre el gesto de Toché y la trayectoria del Oviedo esta temporada

Ese brazalete nos representa

El oviedismo salió del estadio de El Molinón hace una semana con la sensación de que este equipo y este cuerpo técnico les representan. Por fin. Después de varios experimentos fallidos, de algunos capitanes catastróficos y de entrenadores que demostraron con sus decisiones que el banquillo de un equipo como el Oviedo les quedaba bastante grande, parece que ya se ha dado con la tecla. La comunión se prevé duradera. Aunque esto es fútbol y una mala decisión, una racha negra puede cambiar las cosas. Por ahora toca disfrutar. Antes de mirar al futuro, que ya habrá tiempo, posen de nuevo la mirada en la semana pasada. Ese gol de Toché y ese gesto que se ha convertido en casi litúrgico de desprenderse de su brazalete y enseñárselo a la grada rival es un punto de inflexión en esta carrera de fondo en la que lleva años sumergida el oviedismo. ¿Un cambio de tendencia? ¿Un relevo? El tiempo y los resultados darán las respuestas. Lo que está claro es que esa celebración quedará marcada a fuego en la memoria colectiva de una afición falta de alegrías y necesitada de nuevos ídolos. Toché (y también Berjón) por su juego, su entrega, su acierto y sus gestos tiene bastantes papeletas para ocupar durante esta temporada ese lugar que dejaron vacío hombres de la casa como Michu y Esteban.

Ahora, con su permiso, mezclemos el pasado con el presente. La segunda parte que jugó el Oviedo hace una semana en Gijón fue realmente inteligente. Lejos de derrumbarse como podría haber ocurrido, por ejemplo, la temporada pasada, el de Anquela fue un equipo valiente que salió sin miedo ni complejos a comerse al rival. Y lo consiguió. Maniató al contrario y logró asfixiarlo hasta conseguir el empate. El reto es conseguir prolongar ese juego contra el Cádiz. Un hueso que esta temporada está demostrando que es duro de roer y que no dará facilidades. Pero el Oviedo tiene que ir a lo suyo. A tratar de ahogar a los gaditanos a base de esa presión tan adelantada e intentar de ganar las bandas y tener esa oportunidad para que Toché (o el que pueda) la enchufe. Esto es la Segunda División y no valen las florituras.

Antes del punto final juguemos a ser adivinos y a mirar hacia el futuro. El Oviedo ilusiona no solo por las sensaciones que da en el césped, sino también porque es previsible que lo mejor de este equipo esté por llegar. Las bajas se han ido acumulando durante estos primeros días de temporada dejando coja la sala de máquinas del equipo, el medio campo. Esa donde se tiene que destruir el juego del rival y a la vez ser creativos y tratar de crear ocasiones peligrosas. Los jugadores que estaban llamados a tener protagonismo en estas dos funciones (Fabbrini, Mariga, Hidi y Edu Cortina) han ido engrosando la enfermería del equipo. Aún así Ramón Folch se las ha arreglado bastante bien echándose el equipo a la espalda, mucho mejor que antiguos capitanes cuyo nombre no recordaremos.

La recuperación de esos jugadores y la puesta a punto de Viti, Forlín y Aaron Ñiguez invitan al optimismo. Con ellos el Oviedo podría ser un equipo aún más agresivo, con más garra y más valentía si cabe. Atributos que, como el brazalete de Toché, sí que representan a esta sufrida afición.

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