Para analizar una racha, conviene contextualizarla correctamente. Ver en qué momento de la temporada llega y qué margen de maniobra le queda al equipo. La peor dinámica del Oviedo en las tres últimas temporadas, la que vivió Fernando Hierro como entrenador la pasada campaña, llegó en la recta final y significó dilapidar las últimas opciones de azules de soñar con un play-off de ascenso. Algo similar a lo que sucedió con David Generelo hace dos temporadas: también sin margen para reaccionar. Ahora, Anquela se enfrenta a su primera crisis desde que aterrizara en El Requexón el pasado verano.
Los azules acumulan cinco semanas sin ganar, han sumado tres de los últimos 21 puntos en juego, y urge que lleguen los resultados. Más aún que recuperar las sensaciones tras el sinsabor de Granada. La competición, en pleno octubre, aún no ha consumido ni un cuarto de su recorrido pero solo las victorias permiten a los equipos navegar en aguas tranquilas.
Tras un inicio con claros y oscuros en los resultados, aunque con la sensación de que el técnico había logrado dotar de identidad al juego de los suyos, el camino empezó a torcerse en Albacete. Analizado ese choque con perspectiva, parece claro que ahí se produjo el punto de inflexión. Porque en la segunda parte del choque del Belmonte, Christian Fernández aprovechó el rechace de una falta para empujar a la red en una de las escasas ocasiones que ofreció aquel partido. En esos momentos, durante los pocos minutos que el 0-1 aguantó en el marcador, el Oviedo era líder de Segunda. Lo que sucedió después ya está relatado: dos chuts desde la frontal sorprendieron a Juan Carlos y dejaron a los azules en la zona tibia de la tabla. Así es la competitiva Segunda División.
Aquello fue visto como un accidente aislado. Las dudas crecieron una semana después con el 2-2 en el Tartiere ante un Zaragoza que levantó un 2-0 y fue superior. En Barcelona, la reacción en la segunda mitad permitió sumar otro punto: 1-1. El empate siguiente, también 1-1, frente al Tenerife llegó tras una de las mejores actuaciones de la temporada, especialmente en la primera mitad. Fue el antecedente más directo de la crisis desatada en Granada, una derrota agravada por las palabras del entrenador al final del choque, cuando acusó a los futbolistas de falta de esfuerzo.
La mala dinámica de los de Anquela solo es superada en los tres últimos años por la experimentada por la del final de la temporada pasada, la del regreso al fútbol profesional. Con Hierro a los mandos, los azules fueron incapaces de ganar en siete choques seguidos, entre las jornadas 34.ª y 40.ª. El saldo de tres puntos de 21 en juego fue demoledor, suficiente para chafar las opciones de los azules de meterse entre los seis primeros tras una temporada asentados en la zona noble. De nada sirvieron las dos victorias finales: el equipo se quedó sin alcanzar su objetivo.
A Generelo le sucedió algo similar en el epílogo de la campaña 2015/16 cuando se hizo cargo del equipo tras la salida de Sergio Egea. Con el extremeño, los azules siguieron una trayectoria irregular pero se mantenían en la zona de play-offf hasta el pobre desenlace. El Oviedo hizo 0 de los últimos 12 puntos de la competición. Perdió ante Almería (3-1), Leganés (0-1) y Zaragoza (1-0) para dilapidar sus opciones al play-off. La última fecha, ante Osasuna, solo sirvió para emborronar una temporada gris: dolorosa derrota por 0-5.
El entrenador con una trayectoria con menos baches fue Egea. Regular como pocos, el equipo del argentino aplicó durante una parte de la temporada la media inglesa: ganaba en casa y empataba fuera. El ritmo solo se redujo entre las jornadas 21.ª y 24.ª: 0-0 en Pamplona, 2-2 en Lugo, 1-1 ante el Alavés en el Tartiere y 2-2 en Albacete. Cuatro empates en tantas jornadas.
