Pasados los efectos del calmante del Córdoba, el Oviedo volvió a sangrar a chorros en Alcorcón, donde, misteriosamente, revive año tras año su pesadilla. Aunque no conviene hurgar en carne viva, sería hipócrita dejar de escuchar ahora a las sensaciones, esas que tan buena música emitían hace unas jornadas, no tantas, y que, a falta de mejores resultados, atornillaban las esperanzas de la hinchada. Sucede que hoy, aquí y ahora, no queda ni rastro de aquel Oviedo intenso y respondón, alegre por momentos, que latía distinto y daba argumentos para imaginar una construcción simpática a poco que secara el cemento y se conjuntaran bien los ladrillos.

Hoy las sensaciones no es que sean malas, que lo son, sino que desembocan antes de lo previsto en el botón de alarma. Ayer no hubo ni alma ni orgullo en Alcorcón, no hubo si quiera la famosa intensidad, y eso evoca, las cosas como son, a la etapa Hierro. Después del sopapo en el Belmonte, el equipo se ha quedado en shock, paralizado, como si no se reconociera a sí mismo.

Al Oviedo le hacen pupa con apenas rozarle y no sabe ni cómo ni con quién gobernar los partidos. El equipo tira, cuando tira, a trompicones, sin fútbol en el centro del campo y demasiado dependiente de su tridente para hacer algo apañadito arriba. Salvando el gol de Diegui ante el Córdoba, en el descuento y con 1-0, y dejando al margen la carambola en el 2-0 ante el Zaragoza, hay que retroceder mes y medio, al duelo frente al Cádiz, para ver un tanto que no sea a balón parado.

Anquela regala discursos potentes en el micrófono, pero luego repite tozudamente las mismas alineaciones, como ayer, y apuesta por jugadores a los que parece señalar. Sorprendió ayer, por ejemplo, la ausencia de Diegui, no ya en el once sino en el partido.

Nada es terminal en la jornada doce (14 puntos, por 16 el año de Egea y 19 el de Hierro) y la esperanza es que se trate solo de esa mala racha que viene de serie en esta categoría. Mejor la pájara ahora que luego. El asunto es que las sensaciones, igual que cosieron la ilusión al principio pinchan la herida ahora que llega el Lugo y después dos partidos fuera (Nàstic y Valladolid). No es nada halagüeño que el oxígeno sólo se advierta en el mercado invernal. Hace falta una actuación redonda para salir del agujero. Una buena, no como la del Córdoba.