Josete (Elche, 29 años) es hoy futbolista del Lugo pero hace años, de chaval, en aquel Josete de finales de los Noventa al que le quedaba muy mayor su nombre de pila (José Antonio Malagón Rubio), había un interesante proyecto de tenista. Entonces era un niño de Elche que le gustaba el deporte, que daba clases de tenis tres días por semana y que jugaba incluso torneos a nivel local. Su padre le había iniciado en un mundo, el de la raqueta, del que ahora solo hay pruebas fiables cuando se planta en la pista de pádel y comienza a devolver pelotas. Normal que a Diego Cervero, la persona que le remató en sus morros para el empate ante el Cádiz (1-1) en la ida de la eliminatoria del ascenso a Segunda y que luego fue su compañero en el Oviedo, le sorprendiera su soltura en la pista. Josete se decantó por el fútbol, se hizo profesional y jugó en el Elche, Cádiz, Alavés, Zamora, Oviedo y Lugo, donde de momento no cuenta mucho para el entrenador: sólo 17 minutos en la liga.

Allí, en la capital lucense, vive hoy con su pareja y su hijo de siete años, que va para futbolista. Y desde allí recuerda su paso por el Oviedo, los seis últimos meses en la temporada 2015-2016. Llegó en el mercado de invierno y fue de los pocos que se salvó en el equipo ya entrenado por Generelo, con quien lo jugó casi todo. Al final de ese año, contra pronóstico, se fue.

-¿Por qué se va?

-Por cosas del fútbol. Tenía casi segura mi continuidad y faltaban flecos por cerrar. No se resolvieron.

-¿Pero quería seguir?

-Sí, claro. Estaba feliz y notaba el cariño de la gente. De hecho, ordené a mi representante que no escuchara ninguna oferta. Hubiera seguido encantado en Oviedo. Me acuerdo que aquel verano me encontré a Aarón Ñíguez en la playa y le dije que renovaría seguro. Luego hubo flecos que no se resolvieron, me llamó el Elche, mi casa, y me fui. No guardo rencor a nadie. El fútbol es como es.

-¿Qué recuerda de su corta etapa de azul?

-Me habían hablado mucho y muy bien del Oviedo. Pero cuando estás dentro te das cuenta de su grandeza. En la ciudad, el Oviedo es una religión. Es muy bonito.

-¿No se lo esperaba? Venía de Cádiz, una plaza parecida.

-El Cádiz es parecido, sí, pero yo jugué con el Cádiz en Segunda B. Ahí eres el gallito y es más fácil destacar. En Segunda tienes grandes clubes y el Oviedo seguía destacando allá donde fuera. Su masa social es alucinante.

-Y exigente.

-Recuerdo el primer partido que veo en el Tartiere. Es en enero, contra el Alavés. Lo veo en la grada porque me lesiono al llegar. Hay 22.000 personas. ¡22.000!

-Había jugado ya en el Tartiere, como central del Cádiz, en la ida de la eliminatoria del ascenso en el 2015. Entonces hubo más de 30.000 personas.

-Lo hablaba con Aulestia, que era portero del Cádiz entonces. Me decía: 'Pase lo que pase, esta eliminatoria la vamos a recordar siempre'. Y así es. En mi mente estará todo aquello de por vida. Perdimos y el recuerdo es agridulce, pero en cuanto ambiente fue increíble. No creo que vuelva a vivir como futbolista nada parecido. Enseño vídeos a amigos y alucinan.

-Cubría a Cervero en la jugada del empate en el Tartiere. ¿Cómo la recuerda?

-Fue un centro de Borja Valle. Servando (el otro central del Cádiz) me dice que yo coja al mío. Yo no lo veo. Cervero remata y mi siguiente recuerdo es todo el mundo saltando como locos. Aquel gol fue clave. Servando había dado un palo poco antes.

-Meses después, sales de Cádiz y ficha por el Oviedo.

-Y me toca aguantar el cachondeito de Cervero (ríe).

-¿Mucho?

-Es que había fotos en las que salía. Cuando hicieron el vídeo del ascenso, yo pido no ir al vídeo, por respeto. Era del equipo rival.

-Llega al Oviedo, se lesiona al poco y el runrún sobre su fichaje aparece en la grada.

-Lesión en el recto, seis semanas. Fue mala suerte. El primer partido después de fichar fue precisamente en Lugo. Empatamos a dos.

-Tarda en jugar.

-Sí, juego tres semanas después de la salida de Sergio (Egea). Entro en la alineación y ya no salgo. Metí hasta un gol contra el Córdoba. Pero no nos fue bien.

-Pero a usted le salvan de la quema. Hace buenos partidos y la gente se lo reconoce.

-Y estoy muy agradecido. El trato hacia mí fue increíble. Tengo un magnífico recuerdo del Oviedo, de su afición, de los compañeros y de la Prensa. Me fui con gran sabor de boca. Mi experiencia es buena. En el Tartiere se respira fútbol.

- Ahora también se respira necesidad. ¿Esperaba al Oviedo en esta situación?

-Le está costando, pero el Oviedo va a estar arriba. Tiene jugadores para ello. No me cabe duda de que saldrá adelante. Seguro.

- ¿El Oviedo así es más peligroso o más vulnerable?

-Peligroso siempre.

-¿Qué tiene el Lugo para ser líder?

-El secreto es la piña del vestuario. Es un club humilde y no se nos sube a la cabeza. Todos a una.

-¿Se puede ser líder y no pensar en el ascenso?

-Con el Elche, el año pasado, estábamos a un punto del play-off y acabamos bajando. Nuestro objetivo es hacer 50 puntos y, luego, soñar es gratis.

-¿Se puede ser líder y no ser favorito?

-El Oviedo es favorito mañana porque el Oviedo, cuando juega en casa, siempre es favorito.

-¿Cómo imagina el partido?

-Cerrado, con pocas ocasiones. Vamos sin complejos.

-No está Toché. ¿Alivio o trampa?

-Alivio porque es una referencia goleadora. Pero quien salga en su lugar va a dar el nivel.