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Los "buenos"

La pregunta que casi todos los aficionados se hacían ayer al salir del Tartiere empezaba por un ¿por qué? Las cuestiones eran variadas. Estén atentos. ¿Por qué esas enormes diferencias entre el Oviedo de la primera parte y el de la segunda? ¿Por qué algunos jugadores solo se ponen las pilas cuando empiezan a ir mal dadas? ¿Por qué el equipo sale tan desconectado de los partidos? ¿Por qué de tantos errores defensivos?

Muchas incógnitas y pocas respuestas. El caso es que el Oviedo fue durante la primera parte un conjunto indolente, parecía más un juguete roto en manos de un Lugo disfrazado de equipazo. Los lucenses, sin grandes alardes, le dieron un baño de juego y de saber estar en el campo a los de Anquela durante los primeros treinta minutos. Tenían muy claro a lo que venían y lo que había que hacer. Ponerse rápido en la frontal carbayona y acabar la jugada. Fuera como fuera. Y aprovechar cualquier contraataque para tratar de estocar al Oviedo. No lo hizo y lo acabaron pagando. Antes incluso del descanso los carbayones comenzaron ya a dominar el juego. Sin demasiados alardes. Sin ocasiones muy claras. Sin un juego muy claro. Pero, mientras que el Lugo se atrincheraba dándose por contento con el uno a cero los "buenos", como los ha apodado el bueno de Anquela, iban tomando protagonismo.

En la segunda parte todo cambió. Los carrileros ideados por el entrenador de Jaén para que los "buenos" no tuvieran que desgastarse mucho fueron ganando protagonismo. Y, perdón por la reiteración, los "buenos" también comenzaban a hacer daño. Así, Aarón Ñiguez y Saúl Berjón volvieron a ser decisivos después de despertar de la siesta matutina. A su ritmo, ellos consiguieron cambiar el sino del partido. Pero después de casi echarlo a perder.

Ahora ¿por qué hubo que esperar toda una parte entera para ver al Oviedo bueno? Eso seguirá siendo una incógnita. Un misterio que solo los "buenos" conocen.

Luego, en cada partido hay un fallo defensivo que acaba costando un gol. Pero el de ayer en el segundo de los lucenses fue grosero. Mientras que dos jugadores azules naufragaban por el suelo del área un jugador visitante solo se aprovechaba de un despiste monumental de la zaga.

Para la esperanza queda que el equipo ha sido capaz de remontar un partido. El empuje de la afición fue esencial en ese empeño, también. Ahora queda la asignatura pendiente: ganar fuera de casa. Esperemos que los "buenos" no la dejen para septiembre.

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