El problema no es caerse, es no ser capaz de levantarse después. El Oviedo se metió en un lío y ha sabido salir de él. El equipo de Anquela ha respondido a una racha de cinco jornadas sin ganar (dos derrotas y tres empates) con tres victorias en los cuatro últimos encuentros. En un mes han sumado nueve puntos cuando en las diez primeras jornadas habían conseguido once. Es decir, los azules han logrado casi la mitad de sus puntos en cuatro jornadas. Especialmente importante fue lo que sucedió el domingo en Tarragona, con la victoria (1-2) ante el Nàstic. Tras perder en Granada (2-0) y encadenar cinco jornadas seguidas sin ganar, el Oviedo se impuso (2-0) al Córdoba, pero después volvió a dar su peor versión (2-0) ante el Alcorcón, donde ofreció una pobre imagen.

El domingo acabaron por fin con la maldición a domicilio, jugaron bien lejos del Tartiere, sumaron dos victorias seguidas por primera vez esta temporada, se alejaron de los puestos de abajo de la clasificación (ahora tienen un colchón de siete puntos con el descenso) y recortaron distancias con los de arriba (están a tres de los puestos de play-off y a cinco de los de ascenso directo). El futuro se presenta mucho más halagüeño después de lo que sucedió en el Nou Estadi, donde el equipo consiguió una nueva remontada tras la protagonizada en el Tartiere ante el Lugo (3-2), demostrando ser un equipo con una capacidad de reacción que no se había visto en partidos como el de Los Cármenes.

Un cambio de sistema que sí fue. Anquela pone cara rara cada vez que alguien le pregunta por el cambio de sistema y por las razones que le han llevado a poner a cinco defensas -o a tres con dos carrileros-. Pero el hecho es que el entrenador azul cambió después de caer en Alcorcón y parece haber dado con la tecla. Es cierto que en los dos casos el cambio llegó ya con el partido empezado, pero también lo es que ya en la alineación inicial presentaba variantes. En el campo había tres centrales, se situaran como se situaran en el campo. Este sistema dio libertad a los laterales, o carrileros, y por ahí han llegado muchas alegrías para los azules.

Forlín, el líder del cambio. Para que el Oviedo pueda jugar con este nuevo sistema, con tres centrales, es fundamental la aportación de Forlín. El defensa argentino es el más versátil de los que tiene el conjunto azul, el que tiene más condiciones para ayudar en la creación de juego. Otra ventaja de tener a este futbolista en el campo es que permite a Anquela cambiar el sistema conforme pasan los minutos, situándolo más arriba o más atrás. La irrupción de Forlín, más allá del sistema de juego que utilice el Oviedo, es también la de un jugador que ha de ser muy importante para el equipo azul. Un futbolista que ha sido internacional con la selección de Argentina, con experiencia en Primera, y que debe liderar la zaga azul cuando coja el ritmo de competición idóneo. Por lo visto en los dos últimos partidos está muy cerca de hacerlo.

Mariga, otro mediocentro con el que contar. Si Forlín debe ser importante en la zaga, Mariga tiene que serlo en la sala de máquinas. El keniano es un futbolista de gran presencia física, que sabe lo que hacer con el balón y que ayuda mucho en ataque cuando encuentra espacios. Los problemas físicos con los que comenzó la temporada hicieron temer que no llegara a alcanzar nunca la regularidad que un futbolista necesita, algo que parece haberse solucionado de forma satisfactoria y que avala la gestión que está haciendo Anquela para ir dando minutos a sus jugadores de forma paulatina. El centrocampista lleva ya cuatro partidos seguidos saliendo de titular y tres de ellos los ha disputado completos.

Los números cuadran. Las sensaciones importan, pero los números son argumentos irrefutables. El Oviedo tuvo una etapa al principio de la temporada en la que sacaba poco rendimiento en puntos a partidos en los que ofreció una buena imagen. Las cosas han empezado a equilibrarse en este sentido y ahora sí que los números empiezan a cuadrar. El Oviedo lleva en estas 14 primeras jornadas los mismos 20 puntos que llevaba la pasada temporada con Hierro. Los azules eran entonces séptimos y ahora son décimos (con Egea eran quintos con 22 puntos). El Oviedo consiguió encadenar dos victorias la pasada temporada en cuatro ocasiones y sólo en una de ellas consiguió sumar tres triunfos seguidos, algo que podría igualar el Oviedo de Anquela si gana el sábado en Valladolid. Teniendo en cuenta que lo peor de la etapa de Hierro llegó al final y que Anquela suele terminar las temporadas mejor de lo que las empieza hay razones de sobra para ser optimistas con este Oviedo recuperado.