Ya advirtió Anquela de que ni era procedente venirse demasiado arriba por enlazar dos victorias seguidas ni demasiado abajo cuando los resultados no terminan de llegar. Al entrenador del Oviedo lo que de verdad le alegraría es ver que su equipo ha corregido los errores que viene cometiendo a lo largo de toda esta temporada y que volvieron a salir a relucir en la derrota (3-1) ante el Valladolid. De nuevo el equipo azul recibió goles con demasiada facilidad, otra vez fue superado en las acciones a balón parado y por enésima vez quedó en evidencia la zaga al dejar rematar con excesiva sencillez a los delanteros pucelanos. Tampoco Juan Carlos salió bien parado de este encuentro, errando en el primer gol al conceder un córner que se acabó convirtiendo en el primer tanto del Valladolid.

Muchos goles recibidos y muy fácilmente. Por más que Anquela insiste una y otra vez en que en Segunda es muy importante recibir pocos goles, al Oviedo le cuesta un mundo dejar su portería a cero. Y en muchos casos no es porque el equipo contrario haga muchos méritos para marcar. Buena prueba de ello es lo que sucedió el sábado en Valladolid, donde, con muy poco, sin apenas generar ocasiones, los pucelanos les marcaron tres goles. Los números son contundentes: el Oviedo recibe 1,4 goles por partido, siendo con 21 tantos recibidos el cuarto peor equipo de la categoría en ese apartado. Unas cifras que empeoran en las últimas cuatro jornadas, en las que el Oviedo ha recibido ocho goles. Aún así, ha sumado dos victorias en ese periodo.

Fallos defensivos a balón parado. Hablar de problemas defensivos es una generalidad y para buscar soluciones hay que ir a cosas concretas. Una de las que más llama la atención en el Oviedo es la facilidad con la que recibe goles a balón parado y la mejor prueba de ello fue lo que sucedió el sábado. El primer tanto llegó tras un error de Juan Carlos. Pero la consecuencia de ese fallo fue conceder un córner. A que el gol llegara colaboró una defensa muy pasiva y que permitió a Deivid chutar con el pie a pocos metros de la línea de gol. Nadie acertó a despejar el balón antes o a impedir que el atacante pucelano rematara. Los goles fueron la prueba más clara de lo que sufre el equipo en las acciones a balón parado, pero hubo otros ejemplos de acciones en las el equipo pucelano hacía temblar a la defensa cuando botaba un balón cerca del área azul. El segundo tanto, el de Mata, fue otro buen ejemplo. El exjugador azul Míchel bota una falta escorada y el máximo goleador de Segunda remata de cabeza a placer sin que Forlín acierte a impedirlo.

Despistes en momentos decisivos. Si hay fallos defensivos es porque falta concentración, eso parece evidente. Pero lo que más llama la atención en el caso del Oviedo es que esos despistes llegan en momentos clave, como los inicios de los partidos, otro de los aspectos que ha intentado trabajar Anquela. Fallos de concentración como los que tuvo Juan Carlos en la primera acción o Forlín en el segundo tanto.

Sin un sistema de juego definido. A solucionar los errores no ayuda andar cambiando las cosas. Pero la realidad es que Anquela se está viendo muy condicionado por las ausencias de algunos jugadores importantes que no le permiten apostar siempre por la misma forma de jugar ni por un mismo once. La ausencia de Carlos Hernández llevó a Anquela a decidirse por una defensa de cuatro, con Forlín y Christian Fernández de centrales. En los partidos anteriores le había funcionado bien utilizar a Forlín en sus dos facetas, adelantándolo al centro del campo o retrasándolo para formar una defensa de cinco, con tres centrales y dos carrileros. Esa opción fue descartada esta jornada yjugaron juntos dos centrales que nunca antes lo habían hecho. De ahí puede venir cierta descoordinación. Y es que Anquela los necesita a todos y cien por ciento concentrados.