El Oviedo se crece en el Tartiere. Los azules lograron ante el Numancia su tercera victoria consecutiva en su campo en un partido en el que fueron superiores a un Numancia que sólo les inquietó en el tramo inicial de la segunda mitad, en el que incluso dispuso de dos ocasiones para ponerse por delante en el marcador, y en los cinco últimos minutos cuando los locales ya tenían el partido encarrilado.

El Oviedo se mostró como un equipo fiable, muy distinto a la irregularidad que está marcando sus partidos como visitante. Tuvo fases de buen fútbol, con una aportación destacada de las bandas, especialmente la izquierda, en la que Mossa y Berjón marcaron la diferencia y fueron una pesadilla para un rival que se pareció mucho al Oviedo de fuera de casa, con poco fútbol, generando contadas ocasiones y además concediendo demasiado en defensa.

El Oviedo lo aprovechó y logró una justa victoria en un partido con rachas de buen juego y en el que volvió a mostrar su poder goleador en el Tartiere. Sale a más de dos tantos por partido y Linares se está encargando de suplir con garantías el hueco dejado por Toché, con tres goles en los últimos cuatro partidos.

La presencia de tres centrales desde el inicio, por primera vez en lo que va de temporada, junto con el debut del portero Alfonso Herrero, en sustitución de Juan Carlos, fue lo más destacado de la alineación de los azules.

En la primera parte, el Oviedo fue de más a menos. Los azules salieron con intensidad, se hicieron con el control del juego y además tuvieron profundidad, especialmente por la banda izquierda, ante un Numancia que tenía muchos problemas para salir desde atrás con el balón. La buena disposición defensiva de los azules les permitía recuperar el balón rápido y además lo jugaban con criterio.

Los azules se adelantaron en el marcador en su primer disparo entre los tres palos. Fue en el minuto 15, en un córner que sacó en corto Aarón Níguez, sobre Berjón que combinó con Diegui y el centro de éste último fue rematado de cabeza por Carlos Hernández a la red. Tras el gol, el Oviedo siguió teniendo el control del juego y dispuso de varias situaciones en las que la falta de acierto en el último pase le impidió poder generar claras situaciones de peligro. Pero los azules volvieron a tener el lapsus, concedieron un saque de esquina innecesario y el Numancia lo aprovechó. Los sorianos iban a marcar también en jugada de estrategia, en su único disparo entre los tres palos de la primera mitad. Un córner botado desde la derecha fue rematado en el primer palo por Higinio, adelantándose a la defensa y a la salida del portero.

Fueron los peores momentos de un Oviedo que pareció acusar el golpe del empate. Su juego se resintió y hasta el descanso apenas generó situaciones de peligro ante la portería Aitor Fernández.

La segunda mitad comenzó con intensidad y alternativas ante ambas porterías. El Oviedo tuvo la primera en una acción que acabó en la red, pero fue invalidada por fuera de juego de Yeboah. Respondió el Numancia con dos acciones que pudieron cambiar el rumbo del partido y en ambas con protagonismo del portero debutante Alfonso Herrero. En la primera de ellas, atajó un disparo de Manu del Moral y en la segunda remendó un fallo de Christian Fernández para sacar un mano a mano con Higinio.

A partir de ahí, el Numancia desapareció y el Oviedo comenzó a crecer a pasos agigantados. Los azules tuvieron pronto la recompensa del gol en una acción en la que Diegui disparó al larguero y el rechace fue cabeceado por Dani Calvo a su propia portería.

El gol asentó al Oviedo y dejó muchas dudas en un Numancia que diez minutos después encajaba el tercer gol al cabecear Linares un buen centro de Saúl Berjón. Con casi todo perdido, los sorianos volvieron a aparecer en el tramo final, en los cinco últimos minutos en los que Guillermo dispuso de dos buenas ocasiones para recortar distancias. En la primera de ellas su remate de cabeza fue despejado por Alfonso Herrero y en la segunda su remate se estrelló en el larguero.

Así se llegó al final de un partido en el que el Oviedo fue superior y volvió a exhibir su fortaleza en un Tartiere en el que el equipo que entrena Anquela se transforma para dar su mejor versión.