Que ganas tenían los defensas del Oviedo de acabar un partido sin tener que recoger el balón del fondo de la portería. El conjunto azul podía ganar, perder o empatar que siempre le hacían como mínimo un gol, y la mayoría de las veces más de uno. Los datos son contundentes al respecto. Solo en tres de los dieciséis partidos anteriores los azules habían dejado la puerta a cero y el de Lorca (0-2) fue el primero en que lo conseguían en un partido lejos del Tartiere.

La última vez que el Oviedo evitó que el rival le marcara algún gol fue el 22 de octubre, en la victoria por 2-0 ante el Córdoba, en la undécima jornada. Casi mes y medio ha tardado el conjunto de Anquela en volver a conseguirlo. Y la verdad es que lo del encuentro ante los andaluces había sido una excepción.

Los otros dos precedentes hay que buscarlos en los inicios de la competición. El Oviedo ganó por 3-0 al Reus en la tercera jornada y 1-0 al Cádiz en la quinta. Demasiadas pocas veces para alguien como Juan Antonio Anquela, convencido de que los equipos que están arriba al final en Segunda son los que defienden bien, cometen pocos errores y como consecuencia de todo eso reciben pocos goles. El entrenador andaluz ha tenido que insistir una y otra vez hasta conseguir reducir esa sangría.

En estas dos últimas jornadas lleva solo un tanto en contra, el que le hizo el Numancia en la victoria 3-1 en el anterior partido disputado en el Carlos Tartiere, que además es el único que le han hecho a Alfonso Herrero. El meta azul está haciendo méritos para conservar el puesto que le ha arrebatado a Juan Carlos. El Oviedo parece así encaminado a resolver su gran defecto. Los diez goles que había recibido en las cinco jornadas anteriores así lo muestran.

Para conseguirlo, el técnico azul ha tenido que tocar muchas teclas. Entre los damnificados destaca Valentini, un central con el que ahora Anquela cuenta mucho menos de lo que lo hizo al principio. El bloque de tres centrales que ahora forman Carlos Hernández, Forlín y Christian Fernández parece que va a ser difícil de modificar. Tan solo Verdés, un futbolista muy del gusto del entrenador, podría entrar ahí si le respetan las lesiones.

Tampoco parece que vaya a sufrir modificación alguna la defensa de cinco. Tan solo una completa recuperación de Fabbrini, ya de vuelta a Oviedo, podría hacer replantearse a Anquela el cambio de sistema. El italiano, un segundo delantero, una figura que ahora no hay en la plantilla, podría hacer al técnico andaluz cambiar y poner en marcha el plan previsto antes de que se rompiera el ligamento cruzado.