En la sala de prensa de El Alcoraz se imponía una idea generalizada entre los periodistas locales: "El Oviedo es el mejor rival que ha pasado por aquí". El Huesca, líder e invicto en su campo, había sumado un punto en el último choque de la primera vuelta. La sensación en el bando local no era, sin embargo, de desánimo. Se habían enfrentado a un rival maduro, un candidato a la misma altura. Anquela, con las cautelas lógicas a estas alturas de temporada, lanzó en la sala de prensa una reflexión interesante. "Por el ritmo y la intensidad parecía uno de esos partidos que se juegan al final de temporada cuando algunos equipos ya se han ido de vacaciones?", comentó con una media sonrisa evitando pronunciar la palabra "play-off". El choque de Huesca, a pesar de que puso fin a la sobresaliente racha de cinco victorias consecutivas de los azules en la Liga, supone otro importante refuerzo al trabajo encabezado por Anquela en El Requexón.

Porque las condiciones de rodearon al choque también influyen a la hora de valorar el mismo. La Segunda División, extenuante, somete a los equipo a un sinfín de dinámicas. Hay que agarrarse a los buenos momentos y superar cuanto antes los malos. Pero suelen repetir los entrenadores que, al margen de esas rachas, lo importante es la regularidad del trabajo diario, la constancia.

El Oviedo de final de 2017 se mostró imbatible con el viento a favor. Era como si en aquella época todo saliera de cara. En Tarragona, por ejemplo, el penalti lanzado por Ñíguez acabó en la red pese al resbalón del lanzador. En Sevilla, otro ejemplo, apareció Alfonso para detener una pena máxima al final que hubiera dado al traste con la victoria.

El trabajo era el adecuado, el equipo competía en cualquier escenario, pero el factor suerte iba de la mano. El Oviedo aprovechó aquella inercia para crecer. Quedaba por comprobar si el efecto se mantendría en el tiempo.

Huesca demuestra que el camino está marcado, que el estilo del equipo es invariable. Que el equipo defiende con orden y deja el talento en los pies de los tres de arriba, esperando a que el partido los junte. Las calamidades (penalti fallado, gol regalado) no afectan al guión. Este Oviedo ya es un equipo hecho.

El crecimiento del equipo es más evidente cuando se compara con otros equipos. El Huesca es el líder, imbatible en su estadio, merecido campeón de invierno tras una primera vuelta en la que ha rozado la perfección: El poderoso Levante de la temporada pasada solo sumaba seis puntos más que los oscenses a estas alturas. Asienta su buena campaña en el orden y el poder ofensivo. Con 32 goles a favor, los mismos que el Oviedo, solo hay un equipo en la categoría que le supera, el ofensivo Valladolid de Sampedro, 40 tantos. También es una de las referencias en remates. Lleva 296 hasta la fecha, solo superado por los 312 del Rayo Vallecano. Teniendo en cuenta el caudal ofensivo de los de Rubi, el Oviedo hizo un ejercicio defensivo casi perfecto: además del gol, en una jugada desafortunada, el Huesca solo intentó otro chut entre los palos en una falta lejana.