Si Aarón Ñíguez (Elche, 1989) mira por el retrovisor y hace zoom a su trayectoria futbolera observa tal cantidad de vivencias que cualquiera le echaría 28 años, 29 en abril. El Oviedo es el undécimo equipo para el que trabaja un futbolista con una carrera zigzagueante y precoz que le ha llevado ya a aparcar, antes de la treintena, en tres países (Grecia, Portugal y Escocia), además, claro, de en España. La trayectoria de Ñíguez, como su juego, tiene un repertorio intenso y enjundioso, combina acelerones y frenazos y alterna momentos de alfombra roja y champán con otros más solitarios y sin focos, casi siempre con las lesiones como responsables de sus forzosos apagones.

A cuatro partidos de los 250, Ñíguez ha dejado para el Oviedo, sin embargo, su mejor rugido: en sus once años de profesional, nunca hasta ahora había atado tan buen registro goleador a estas alturas. De azul, en 16 comparecencias y con media temporada por delante, lleva ya cinco tantos, una cifra que sólo fue capaz de alcanzar en su año en el Recreativo de Huelva (2010-2011), cuando acabó la temporada con un repóker, pero en 28 duelos disputados. En la próxima celebración, pues, Ñíguez sumará el sexto de su cuenta y podrá cantar un récord personal. Porque aunque no lo parezca, por su exuberante despliegue ofensivo que está demostrando de azul, Ñíguez nunca fue un especialista ante la portería rival. El resto de su zurrón goleador no pesa tanto como ahora: con cuatro goles acabó la pasada temporada en el Tenerife y también en sus inicios en el Valencia Mestalla, en Segunda B (2006-2007). En el Almería anotó tres en la 2011-2012 y uno en la siguiente, la 2012-2013. Y con un tanto también terminó en la 2013-2014 en el Elche de su corazón.

Ñíguez, pues, ha afinado su puntería en el Oviedo con goles, además, decisivos. Sin cuatro de sus tantos, el Oviedo tendría ahora mismo seis puntos menos. A saber: metió el de la victoria ante el Lugo (3-2) y ante el Nástic (1-2), marcó el del empate frente al Huesca (1-1) y abrió la lata en el 2-2 contra el Zaragoza. En la victoria más holgada frente a la Cultural (3-0), justo antes del parón navideño, el ilicitano también fue el primero en marcar. Al margen de cantar gol, este curso acumula, además, tres asistencias.

Ñíguez, pues, sonríe en el equipo de Anquela, que le sitúa en la derecha pero le da libertad de movimiento para que busque a Saúl Berjón, su gran socio, e intente genialidades como la del gol del domingo en el campo de El Alcoraz.

En plena madurez, volcado en su hijo pequeño y perfectamente adaptado a la ciudad, Aarón vuelve a rugir en Oviedo con la brillantez con la que deslumbró antaño, cuando apareció con cara de adolescente de 17 años en el primer equipo del Valencia de la mano de Quique Sánchez Flores, que le dio la alternativa en Primera y en la Liga de Campeones. En aquel vestuario ché gobernado por Albelda y Ayala hizo muy buenas migas con Rubén Baraja, hoy técnico del Sporting, con quien mantiene actualmente una estupenda relación. Entonces, en aquellos inicios, Aarón apareció en Roma en un partido de Liga de Campeones, su gran ocasión, frenada a la media hora de juego por una inoportuna lesión que le obligó a dejar el campo. Su irrupción, no obstante, le situó como estrella emergente, fiel a todas y cada una de las categorías inferiores de la selección española, con mucho más eco a su edad del que después tendría su hermano Saúl, hoy estrella en el Atlético, cinco años menos que él. Después de su prometedora presentación, Aarón inició su viaje futbolero, primero cesión a cesión, luego traspaso a traspaso: Xerez, Iraklis Tesalónica (Grecia), Rangers (Escocia), Celta, Recreativo de Huelva, Almería, Elche (con quien logró un ascenso a Primera y un descenso) Sporting de Braga (Portugal), Tenerife y finalmente Oviedo.

Un vagón que amagó con gripar en Portugal. Su paso por el Sporting de Braga le alejó algo del fútbol, cansado de ir de un lado a otro, hasta que llegó a Tenerife, recobró la ilusión y saltó al Oviedo, donde atraviesa uno de sus mejores momentos, como él mismo reconoce a su entorno. De familia futbolera, Aarón es el mediano de tres hermanos. Saúl es el menor y Jony, actualmente en el Elche, es cuatro años mayor. El padre de los tres se llama José Antonio Ñíguez, un conocido delantero de la época que, en mitad de los años Ochenta, de 1983 a 1986, tuvo de compañero en el vestuario del Elche a Juan Antonio Anquela, hoy técnico azul. Amante de los animales y muy concienzudo con su alimentación, es muy activo en los redes sociales, especialmente en Instagram, donde comparte su día a día con más 30.000 seguidores. Tiene junto a sus tres hermanos una academia (Academia Ñíguez Sport) donde organizan campus para formar en el fútbol a chavales. Aarón disfruta en el Oviedo, que le tiene en nómina hasta junio de 2019. Si sigue así aplazará gustosamente su voluntad de ser entrenador.