No es el que cambio haya sido drástico pero sí sorprende un poco la forma repentina en la que los jugadores han asimilado las indicaciones de Anquela. El trabajo es el mismo desde el primer día de verano. No falta ninguna semana la galería de gestos, expresiones y gritos con los que el entrenador adereza cada entrenamiento. El cambio del equipo, sintetizando, se asocia al cambio en el sistema. El dibujo de tres centrales y dos carrileros largos ha terminado por fortalecer al grupo, por dotarle de una coraza en el centro en una posición en la que sobresale Forlín, el chico de guardia, y que permite a los de arriba estar listos para cuando surge la chispa. El nuevo sistema ha servido para que el Oviedo crezca en números y en sensaciones, dos campos que suelen ir de la mano, y, como quedó demostrado una vez más en Vallecas, se presente superado el ecuador del campeonato, como un equipo con las ideas claras, capaz de plantar cara sea cual sea el escenario y el rival.

Ya son casi dos meses sin que el Oviedo pierda un partido en Segunda, una competición extenuante que no suele perdonar los fallos. El último resbalón fue en Pucela, el 18 de noviembre, cuando los de Anquela cayeron 3-1 ante el Valladolid. A aquella cita, los azules llegaban en buena dinámica (9 puntos sobre los últimos 12) pero aún incomodaban las costuras del sistema. Anquela aún no se había animado a dar el paso al 5-4-1 que tan buenos resultados daría a partir de entonces.

La visita del Numancia se sitúa como el punto de inflexión. El equipo soriano, instalado todo el año en la zona noble, no se presumía un rival cómodo. Quizás por eso, el técnico se vio empujado a reforzar al equipo con tres centrales. Forlín daría algunos pasos hacia atrás para ejercer de libre. El otro cambio se fijó en la meta, con Alfonso Herrero como nuevo rostro. Aquella victoria, 3-1, fue un importante chute a la autoestima azul. Aquella victoria se explica desde el orden y la pólvora en ataque.

Se pudo comprobar siete días después, en Lorca. Para entonces, el Oviedo ya había dado el primer bofetón a los fantasmas de fuera de casa ganando en Tarragona. El de Lorca fue un trabajo profesional, el de un equipo ordenado, seguro, que exprime la estrategia: el primer tanto surge del laboratorio de Anquela.

El esfuerzo gremial fue la nota del tercer triunfo consecutivo. Fue ante Osasuna, candidato, en un choque con un invitado especial: la lluvia. El Oviedo demostró entonces que por trabajo no sería.

El balón parado volvió a surgir en Sevilla, en un 0-1 ante el filial que tuvo un sabor muy dulce: los azules disputaron gran parte del encuentro con uno menos por un error infantil de Yeboah. Alfonso emergió cuando el filial encontró alguna rendija en el muro.

2017 se cerró con la quinta victoria consecutiva. Y llegó en una de las versiones más atractivas del curso. Aquela 3-0 a la Cultural mostró a un Oviedo asentado, con poso, en el que los hombres de arriba marcaban la diferencia. Tampoco faltó entonces la estrategia, característica común a los dos últimos meses de éxitos.

El sistema con tres zagueros centrales había dado aire a un equipo lanzado en la tabla. Finalizaba el año el Oviedo instalado en la tercera plaza con la plantilla luchando con sus mensajes por evitar un estado de euforia que la afición acogía con gusto. El camino estaba marcado para el inicio de 2018 aunque el calendario anunciaba curvas.

El comienzo del nuevo año ha servido para comprobar que los azules mantienen la receta exitosa (orden, talento arriba y estrategia) y que han añadido más dosis de valentía: el equipo se ha comportado de igual manera en El Alcoraz y Vallecas que en el Tartiere. Ante el Huesca, el punto fue celebrado en un choque de poder a poder ante el líder. En Madrid, el empate dejó un sabor amargo porque el 2-2 llegó cuando el Oviedo tenía un futbolista más sobre el césped. La lectura de Anquela fue ambiciosa, lamentando la ocasión perdida. Otro síntoma de crecimiento: este equipo no se conforma con un punto. El choque ante el Almería servirá para estrenar el año en el Tartiere y para comprobar si la receta sigue siendo exitosa.