El fin de semana del derbi había previsión de nevadas y el viaje en coche de Madrid a Oviedo se estaba empezando a complicar. Severino Fernández Iglesias, "Seve", ovetense que lleva viviendo en Madrid desde los 18 años, les dijo a sus hijos Nicolás, de 13 años, y Guillermo, de 10, que lo mismo no iban a poder ir al partido. Cuando les miro a la cara y vio el disgusto que se habían llevado se dio cuenta de que no había nieve suficiente en el mundo. "Para allá que nos fuimos con toda la nieva en la ida y en la vuelta", explica.

El padre de estos dos chicos, nacidos en Madrid, no sale de su asombro ante la pasión que ha despertado el Oviedo en sus dos hijos. Él también es oviedista y lo fue su padre, ya fallecido, pero el nivel de entusiasmo con el que sus hijos lo viven le parece increíble. "Para mí es una pasada, Nico tiene la clave del móvil con el año de fundación del Oviedo, se bajan vídeos, todo es en clave azul. Es una pasión", explica. Él reconoce que a veces se le cae un poco la baba con ellos: "Cuando de repente me contaron la historia del gol de penalti que metió Tensi, que entró, dio en un hierro y salió, y que el árbitro no señaló como gol, me quedé pasmado. Yo lo viví en el campo y ahora me lo estaban contando ellos".

Que el padre esté sorprendido con el entusiasmo de sus hijos por el Oviedo no es de extrañar cuando se escuchan algunas de sus historias. Los dos son abonados del Oviedo y se lo ganan cada verano con ingenio y esfuerzo. "Nosotros veraneamos en Luanco y ellos son socios porque se pagan el abono vendiendo patatas fritas y coca-colas en la playa de Verdicio. Van a una parte donde no hay chiringuitos y a la gente que hay les ofrecen refrescos. El dinero que sacan lo utilizan para hacerse el abono del Oviedo y si sobra para comprar la camiseta", explica Seve. Nicolás, al que su padre llevaba a entrenar con su equipo de fútbol mientras hablaba con este periódico, escucha contar la historia a su padre y concreta: "El año pasado nos fue bien y nos sobró para comprarnos la camiseta, en el anterior tuvimos que romper la hucha".

La gran fiesta para estos dos hermanos llega cuando el Oviedo se desplaza a Madrid. Pero Nicolás lamenta los malos resultados que sacan los azules en la capital: "Nunca ganan en Madrid". Pero, ganen o pierden, ahí están siempre Guillermo y Nicolás en Vallecas, en Alcorcón o donde le toque al conjunto azul jugar uno de sus partidos. Y, si logran convencer a sus padres, también estarán el sábado en el Tartiere para ver el encuentro ante el Albacete. Nicolás, preguntado por su futbolista favorito, dice que él es de Anquela, el entrenador, aunque luego piensa un poco más y sale el nombre de Saúl Berjón. No es de un optimismo irresponsable y el ascenso esta temporada lo ve posible, aunque complicado: "El play-off si lo veo y una vez ahí se puede subir".

Seve, de 52 años, cuenta que el Oviedo es además el único terreno en el que sus dos hijos, siempre a la gresca, firman la paz: "Se pelean por todo, Nicolás juega al fútbol y el otro al baloncesto, pero cuando se trata del Oviedo hay paz". Una afición que entiende más por parte del mayor que del pequeño: "Nico lo lleva en las venas, juega bien al fútbol, pero sin embargo el otro que no juega al fútbol es todavía más loco que su hermano". Él, que también era de los que iba al Tartiere con su padre, directamente alucina con ellos. No es para menos cuando tú hijo mayor te llega a insinuar que querría irse a hacer el Bachillerato a Oviedo para poder estar más cerca de su equipo y que sueña con vestir la camiseta azul con el filial o con algún equipo de la cantera.

Tanto disfruta con ellos que se teme lo peor este fin de semana: "Nos están engañando para ir a ver el partido del Albacete".