El aficionado del Oviedo sabe lo que se va a encontrar cada fin de semana cuando juega su equipo. Anquela da muy pocas sorpresas en sus alineaciones y los cambios que hace rara vez llegan porque el entrenador haya modificado sus preferencias dentro de la plantilla. El once elegido está funcionando y las únicas novedades se producen por obligación, porque un jugador está o bien lesionado o bien sancionado. El que entra en uno de esos momentos sabe que está ante una de las pocas ocasiones que va a tener de ganarse un sitio fijo.

Así las cosas, el Oviedo es, con dieciséis onces diferentes, el que menos veces ha cambiado su alineación. El único que está por debajo es el Rayo Vallecano. No parece que sea una casualidad que los dos estén arriba, más aún teniendo en cuenta que el Huesca, líder, es el tercero que menos cambios (18) ha hecho. Encontrar a un once que rinde a nivel cada jornada es el primer paso para sumar una racha positiva.

Los porcentajes de minutos jugados por los componentes del once más repetido por Anquela con respecto al total de los disputados es bastante alto, pero crece aún más si se observa la evolución desde que el equipo adoptó el esquema de cinco defensas. La victoria ante el Lugo (3-2) marcó en ese sentido un antes y un después esta temporada. El equipo llegaba a ese encuentro tras sufrir un tropiezo muy duro (2-0) en el campo del Alcorcón con un esquema en el que Rocha, Mariga y Folch formaba un trivote que no terminaba de funcionar. Anquela venía dándole vueltas a una idea que no era del todo de su agrado pero que terminó por poner en práctica ante el Lugo.

Anquela analizó su plantilla y se dio cuenta de que tenía dos laterales con mucho recorrido en ataque, como Diegui Johannesson y Mossa. Para ponerlos necesitaba que estuvieran bien arropados y evitar así correr más riesgos de los necesarios. Por eso apostó por los tres centrales, que generalmente han sido Carlos Hernández, Forlín y Christian Fernández. La alineación que puso el técnico andaluz ante el Lugo tan sólo cambia en dos jugadores con respecto a la que salió ante el Cádiz. Ese día Mariga jugó en lugar de Rocha y Juan Carlos aún no había perdido su puesto de titular en la portería en favor de Alfonso.

Volvió a jugar con cuatro atrás frente al Valladolid y la derrota (3-1) terminó de convencer a Anquela de que los cinco en la zaga eran necesarios. A partir de ahí, el Oviedo sumó diez jornadas seguidas sin perder, una racha que comenzó con cinco victorias consecutivas. Y en todos esos partidos las variaciones han sido mínimas. Ante el Numancia (3-1) quedó establecido un once (se puede observar en el gráfico que acompaña esta información) que ya todos repitan de memoria.

En los tres siguientes encuentros Anquela se vio obligado a hacer un cambió por la lesión de Aarón Ñíguez. En su lugar entró Yeboah, que rindió a muy buen nivel y ayudó al equipo a ganar al Lorca (0-2), al Osasuna (1-0) y al Sevilla Atlético (0-1). Pero en ese último encuentro una desafortunada acción le costó al ghanés la expulsión y a la postre un puesto que Aarón Ñíguez iba a tener que esforzarse por recuperar. El once tipo se volvió a mantener ante la Cultural (3-0), el Huesca (1-1) y el Rayo (2-2). Los mayores cambios llegaron ante el Almería y el Reus, y por sanción. Ante los andaluces entraron Valentini, Verdés y Varela por las cinco tarjetas que había acumulado Christian, Forlín y Mossa. El equipo ganó (2-1). Ante el Reus, Verdés y Yeboah sustituyeron a Carlos y Aarón, también por cumplir ciclo de tarjetas. El derbi y el Carranza estaban reservados para un once que todo el oviedismo se sabe de memoria.