La escena se grabó desde diferentes ópticas, móvil en mano, en las horas previas al derbi. La afición azul despidió a sus jugadores y técnico en el hotel de concentración y acompañó el trayecto del bus en algunas calles. Pero queda por conocer la visión desde dentro. A Anquela, aquella situación le impactó. Seguramente, la que más le ha marcado desde que está en el Oviedo. "Fue increíble, incluso pasé algo de miedo. La gente se tiraba al autobus, también señores mayores, gente con lágrimas en los ojo. Nos suplicaban: '¡Ganar por Dios!'. Y yo solo decía: '¡Que les van a pillar!'". Alejado de los micros, destensadas las correas y rodeado de niños, Juan Antonio Anquela sacó a relucir su versión más pura para hablar de su periplo, ya va por los siete meses, en Oviedo, una ciudad que le ha atrapado.

Anquela acudió ayer por la tarde al acto organizado por el club juvenil Torla acompañado de Miguel Sanz, encargado del área institucional. Se sentó delante del cerca de medio centenar de jóvenes que saciaron su curiosidad en forma de preguntas. Anquela no esquivó ninguna. Uno de los asuntos más tratados fue el choque ante el Sporting. Los ecos de aquel encuentro siguen vigentes. "Nunca he visto una pasión tan grande. El derbi ante el Sporting no lo olvidaré en toda mi vida. He jugado y entrenado en muchos sitios, también en Primera, y nunca había visto cosa igual", expresó.

Aquel partido también le permitió conocer a Arturo Elías de cerca. "Arturo está enamorado de esta ciudad, solo hay que ver que nos visitó con toda su familia. En la cena yo estaba sentado al lado de su esposa y me decía para mí, 'madre mía, ¿dónde estoy?'. Algo le habrá dado esta ciudad para que la quieran tanto", comentó.

El jienense aprovechó la ocasión para hablar de su vida al margen del césped. "Mi familia está en Jaén, así que vivo por y para mi profesión. No puedo decirle a mi mujer que deje el trabajo y se venga conmigo", dijo antes de resaltar que gracias al fútbol conoce todas las capitales de provincia menos una: Zamora.

Instado a definir su forma de hacer las cosas, Anquela lanzó un guiño al mundo del golf. "Decía el golfista Jack Nicklaus que cuanto más entrenaba más suerte tenía. En eso creo", explicó con un error: la reflexión es en realidad del golfista Gary Player. Y puso un ejemplo claro de su filosofía como entrenador: "En el descanso de Cádiz miré a los jugadores y les dije que íbamos a ganar con diez. Que éramos capaces. No podía quejarme del árbitro porque les hubiera dado una excusa y en mi equipo no existe la palabra excusa. Mirad con los lesionados, nunca me he quejado".

Otro joven le preguntó por las diferencias entre Oviedo y el resto de equipos a los que había entrenado. "La diferencia sois vosotros. Aquí todos los niños son del Oviedo. Es algo que me llama la atención. Los ves con el chándal y la camiseta del equipo. En otros lugares veías a los jóvenes con camisetas del Madrid, del Barça, del Atlético?", indicó.

Poco amigo a las evaluaciones personales, el técnico hizo una excepción para hablar de casos concretos de su plantilla. Un joven aficionado le preguntó por Fabbrini. Anquela fue claro: "Tiene algo diferente, no es un futbolista normal, pero paciencia con él porque viene de una lesión gravísima. Creo que ahora mismo está para 20 minutos. Hay que prepararle para la batalla, para el cuerpo a cuerpo". Saúl Berjón fue otro de los analizados: "A Saúl le exijo más que nadie porque quiero que todos los días sea el mejor. A veces le cuesta porque es como es. Pero lo importante es que esté cómodo y que nos siga dando cosas".

Una de las últimas cuestiones de la amena charla fue directa al futuro a medio plazo: Si el Oviedo sube, ¿Anquela seguirá? "No depende de mí. Yo he venido a hacer un trabajo y después se verá. Siempre firmo de año en año porque no quiero ser un estorbo", contestó antes de iniciar la ronda de autógrafos.