El golpe de efecto llegó en el partido ante el Numancia. Fue entonces cuando Anquela decidió apostar de forma decidida por la defensa con tres centrales y dos carrileros. Ese es el dibujo que mejores resultados le ha dado al Oviedo en la competición. Desde que probó ese disfraz, el equipo solo ha perdido en una ocasión, en Cádiz, en un choque en el que la expulsión de Rocha obligó a Anquela a perder una pieza en la retaguardia: Forlín pasó al centro del campo. Esa decisión del técnico azul también suponía una apuesta por un once definido. El 25 de noviembre, el Oviedo derrotaba al Numancia 3-1 en el Tartiere con un equipo inicial compuesto por Alfonso Herrero; Johannesson, Carlos Hernández, Forlín, Christian, Mossa; Folch, Rocha; Aarón Ñíguez, Linares, Saúl Berjón. A los aficionados azules les sonará el once: es el equipo más repetido por Anquela en toda la temporada. Esa práctica, la de apostar por un bloque uniforme, es una costumbre del jienense en los últimos destinos en los que ha estado.

La impactante trayectoria la temporada pasada del Huesca, con un equipo aguerrido y vertical que buscaba dañar a los rivales a partir de la velocidad de sus hombres de ataque, seguía un guion similar al de los azules esta campaña. La apuesta por un once tipo era decidida. Herrera se hizo con la meta y disputó 41 partidos como titular. La zaga también estaba definida: Jair (28 titularidades), Íñigo López (26), Carlos David (26) y Akapo (27). En el medio llevaban la manija Melero (32) y Aguilera (32). Arriba, la explosividad era cosa de los cuatro atacantes: Vadillo (23), Samu Saiz (39), Ferreiro (31) y Borja Lázaro (27). Todos menos el extremo Vadillo superaron el 60% de los partidos como titular. Entre los suplentes, tres defensas rozaron ese porcentaje en el once inicial: Soriano (23), Alexander (22) y Brezancic (19). Aquel Huesca se coló por primera vez en su historia en el play-off por el ascenso a Primera.

La apuesta por un once tipo fue aún más exagerada en su último año en Soria, en la campaña 2014/15. Anquela tuvo entonces 11 jugadores, un equipo completo, que partieron en el once inicial en al menos el 60% de los encuentros. El equipo tipo estaba formado por Munir (25 titularidades); Isidoro (34), Regalón (25), Juanma (34), Ripa (25); Antonio Tomás (26), Vicente (32), Íñigo Pérez (28), Julio Álvarez (32); Natalio (32) y Enrich (37). La segunda unidad estaba encabezada por futbolistas importantes como Marc Pedraza (22 partidos como titular), Gaffoor (18) o el meta Biel Rivas (17). El último Numancia de Anquela finalizó la campaña en una cómoda 12.ª posición en la clasificación de Segunda.

Ahora, las decisiones tomadas en la plantilla azul parecen ir encaminadas en la misma dirección. Anquela ha encontrado el rumbo con un once que se puede recitar de memoria y en el que solo se perciben cambios en casos de fuerza mayor. Solo la portería presenta dos candidatos Juan Carlos (15 titularidades) y Alfonso (12) que no alcanzan el 60% de los choques jugados desde el inicio. El resto de posiciones tiene inquilinos claros: Johannesson (16 veces titular), Carlos Hernández (24), Forlín (18), Christian (23), Mossa (18); Folch (27), Rocha (20); Aarón (20), Linares (17) y Berjón (27). Además de la portería, los puestos con mayor alternancia son el lateral derecho (principalmente antes del cambio de sistema) y la delantera, con Toché y Linares pugnando por el puesto.

La apuesta por un once marcado no fue tan habitual en los dos últimos cursos. El año pasado con Hierro como técnico, hubo ocho futbolistas con más del 60% de encuentros desde el inicio: Juan Carlos, José Fernández, David Fernández, Christian Fernández, Torró, Erice, Susaeta y Toché. El año anterior, con Egea a los mandos, sucedido después por Generelo, el contingente baja a seis: Esteban, David Fernández, Peña, Erice, Susaeta y Toché.